Ikiru es una de las grandes películas, no sólo del maestro nipón, sino de la historia del cine. Soy un grandísimo fan de Akira Kurosawa, sus películas me acompañan siempre y me han ayudado, pero ninguna me ha marcado tanto como esta. Además esta película es una rara Avis en el periodo de los 50/60 de Kurosawa, ya que creo que es la única en la que no sale el siempre enorme Toshiro Mifune.

Kurosawa se ayuda de uno de sus grandes secundarios, Takashi Shimura (QUE PAPELÓN), para que protagoniza esta preciosa obra magna sobre la vida y como vivirla.

La puesta en escena, el guión, Shimura, la fotografía y cada uno de los personajes hace de esta la película más bonita de la historia del cine.

El punto fuerte de la película es que no hace alardes de nada, como con una modestia desmesurada y un temple tan grande en su narración te impacta más que ninguna otra y la hace una de las más grandes. El gris de la película, la cotidianidad en la que te sumerge, ya que todos tenemos vidas con esos toques grises.

Kurosawa te agarra por los hombros, y serio, pero de la mas amables de las maneras, te dice que hagas algo con tu vida, que vivir una vida sin vivirla está muerta. A Watanabe le tuvieron que avisar a raíz de un cáncer estomacal, pero el bueno de Akira nos da esta película como si fuera nuestra sentencia de muerte. Crea tu legado, ama a los tuyos, da todo el cariño que puedas, emborráchate y lo más importante de todo, vive. Para así, cuando nos llegue la hora podremos cantar con nuestra última sonrisa y nuestro último balanceo en un columpio "Que corta es la vida"