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España España · Huelva
Voto de Zoraida:
8
Drama Howard Roark (Gary Cooper) es un arquitecto vanguardista, ávido de romper con todo lo hecho hasta ahora en los terrenos de la arquitectura. Dominique Francon (Patricia Neal) es una columnista del periódico The Banner de New York que también ama la individualidad y todo lo que libere al hombre de la esclavitud de las ideas. Juntos, pero "separados", iniciarán una guerra contra el mundo de lo convencional. (FILMAFFINITY)
7 de febrero de 2007
33 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta es una de esas películas que, sin mostrar nada, pueden llegar a resultar más impactantes que un film deliberadamente erótico e incluso pornográfico. Y es ahí donde precisamente reside su fuerza: en sugerir, en lugar de ilustrar con todo lujo de detalles.

Nos encontramos ante un guión extremadamente cuidado, con un elevado atractivo temático y argumental. Por un lado, la lucha del hombre íntegro frente a un mundo estructurado en patrones establecidos; por otro, la lucha interna de una mujer contra sí misma.

En el cine, como en la vida, la tensión sexual es un elemento casi indispensable. La esperanza de que la atracción física y psíquica entre dos personas se consume es uno de los elementos recurrentes en el cine y lo que hace que, en innumerables casos, la historia nos atrape irremediablemente. Es el caso de otra obra maestra del director King Vidor: "Gilda".
En "El manantial", la tensión sexual es más que un mero recurso convencionalista, ya que llega a constituir uno de los pilares argumentales.

El personaje de Cooper es magnífico, pero sus características como tal suelen tener un mayor número de referentes en el cine. Sin embargo, el de Patricia Neal es brutalmente cautivador y menos usual, tanto en la vida cotidiana como en el ámbito cinematográfico. Su actuación felina tiene la facultad de hacer verosímil un personaje extremo, casi imposible. El guión, de manera inteligente, contribuye a caracterizar perfectamente el personaje desde el principio: cuando ella deja caer la escultura del ídolo y explica a Massey por qué la ha destrozado, podemos discernir la naturaleza del personaje, sus miedos y frustraciones, a la vez que nos sirve para anticipar, a modo de prefiguración, lo que va a sobrevenirle.

El primer encuentro entre Cooper y Neal en la cantera de mármol resulta visualmente apabullante, con un sol cegador como metáfora de las pasiones irrefrenables. Ella, en un status escénico superior al de él, lo mira desde la altura y la distancia de alguien que no está dispuesta a comprometerse con nada ni con nadie...

Quizá los vigilantes de la moralidad de la época estuvieran dormidos o más relajados debido a la influencia de la cinematografía europea, entre otros factores; o quizá no tuvieran la inteligencia de ver lo que, aunque velado, resulta demasiado evidente hasta para los ojos más inocentes.

Otro de los alicientes del film es que la relación de la pareja protagonista sobrepasó la pantalla, también con características tormentosas. Pero, en la vida real, Cooper y Neal no profundizaron más allá de la pasión del momento, ya que él finalmente se decantó por volver a la apacible vida familiar, junto a su esposa.
Zoraida
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