Estamos sin ninguna duda, ante uno de los mejores westerns de John Ford. No solo la fotografía es sublime, sino su historia. Lo realmente destacable es la dualidad que se respira en que cada segundo entre dos hombres. Ambos buscan lo mismo: Imponer el orden en una ciudad dominada por el miedo por un delincuente llamado Liberty Valance (Lee Marvin). Por un lado, tenemos al personaje de John Wayne, el sheriff de la pequeña ciudad, cuyos métodos son bastante más rudos defendiendo el uso de la violencia, y por el otro lado, tenemos a un abogado (James Stewart) de métodos mucho más diplomáticos, que busca la encarcelación de Valance así como establecer la democracia y la alfabetización en la ciudad. Al ser dos hombres de ideales muy contrastados, no se llevarán nada bien, y entre ellos surgirá incluso una mayor enemistad cuando los dos caigan enamorados de la misma mujer (Vera Miles).

La visión que ofrece Ford en este western es muy interesante y hasta me atrevería a decir única, ya que resalta mucho los valores del personaje de Stewart en un intento de democratización de la ciudad buscando su madurez. Su historia va mucho más allá que la de escarmentar a unos bandidos a base de pegar tiros. Se resalta la complejidad de una ciudad dominada por el miedo ante un solo hombre que les hace incapaces de reaccionar y de ver más allá. Es una lucha continua para defender los valores de los ciudadanos como la libertad de expresión y el derecho a tener una mínima educación. En la película se contempla la construcción de los primeros cimientos que darán paso a una forma de gobierno democrática donde es el pueblo quien decide.

A medida que se desarrolla todo esto, también asistiremos al final del conflicto entre Liberty Valance, el sheriff y el abogado. Al final, poco importa quién pierda o quién gane, al final solo importa que la sociedad no se vuelva a dejar influenciar por el miedo engendrado por una sola persona y la aparición de la justicia como un sistema que busca el bien del ciudadano castigando al culpable, pero siempre des de una vertiente democrática y diplomática. Claro que en la práctica ya es otro cantar… De visión obligada para cualquier amante del buen cine.