Estamos ante uno de lo dramas más representativos y crudos de las respectivas carreras de Martin Ritt y de Paul Newman, pues el marco que ocupa no sólo se encuentra en desdicha desgracia, sino que no parece haber forma de salir de ella.

Paul Newman interpreta al hijo rebelde de un padre que nunca ha aprobado nada de lo que ha hecho. Desprecia su rudo y duro carácter, su falta de principios y de moralidad, su irresponsabilidad, su poco tacto con las mujeres y por un suceso dramático familiar. Una serie de complicadas circunstáncias hace que vuelva a repetirse un estado de incomodidad y de intensidad en la família, pues se pondrán todos a prueba en situaciones donde prima antes el rencor que la redención y la aceptación.

La película cuenta con grandes interpretaciones, sorprende ver a Newman en un papel más arrogante, Melvyn Douglas y Patricia Neal consiguen unas interpretaciones fascinantes y hay que resaltar también el personaje del sobrino de Hud, interpretado por Brandon De Wilde, que muestra juventud e inocencia al apreciar la figura de su tío deseando ser como él en ciertas cosas.

El drama que desprende la cinta es del todo crudo y llevado a cabo de forma muy realista y humana, fruto del buen trabajo de dirección realizado por Martin Ritt, arropado de una bella fotografía en blanco y negro. Si combinamos todos estos elementos, tendremos un cóctel de emociones fuertes de lo más fascinante donde se muestra como los cimientos de una família pueden llegar a marchitarse.