Hay películas que por sus atributos no únicamente se convirtieron en clásicos de forma instantánea, sino que su genialidad sólo puede definirse como obra maestra y además algunas tuvieron el placer y honor de cambiar nuestra visión de ver el cine. Esta sensación o suceso es lo que pasó con “Jungla de Cristal”, película sin mayor pretensión del puro entretenimiento con grandes escenas de acción, pero la cosa fue mucho más allá…

Si “El Padrino” es la obra de referencia hacia el drama y el cine negro, “Jungla de Cristal” juega el mismo papel en el terreno del cine de acción, pues no tiene rival. No deja de ser una cinta con un planteamiento bastante simple, donde un hombre totalmente desarmado debe hacer frente a todo un grupo de terroristas en un mastodóntico edificio con una cantidad ridícula de plantas.

La película no puede empezar mejor, presentándonos un personaje que será toda una figura antológica en el cine de acción. Bruce Willis bordó el papel de héroe canalla e incorregible, sin duda, la saga no sería la misma sin su John McLanne. Pero a los pocos minutos, nos sumergimos en una imparable montaña rusa gracias a su increíble y dinámico montaje donde su realizador, McTierman, sabe mezclar con gran maestría la puesta en escena de acción con un gran sentido del thriller. No únicamente eso, el film sabe combinar de forma asombrosa la espectacularidad con la comedia, con incorregibles, ácidos y sagaces diálogos de la boca del maleducado McLanne.

No sólo su protagonista brilla con luz propia, todo el elenco de antagonistas son descaradamente creíbles. Alan Rickman crea uno de los villanos más carismáticos e interesantes del género, al igual que todos sus secuaces, con una marcada personalidad donde queda bien claro desde el principio quiénes son los malos y los buenos. Digamos que todo lo ofrecido en “Jungla de Cristal” no es nada nuevo, pero es la obra que lo representa todo con mayor sinceridad y sencillez, con unos resultados de apabullante fuerza.

Es no solo un film clásico de los ochenta, sino una pieza clave del cine de acción gracias a su asfixiante, dinámico e intenso ritmo, sin altibajos de ningún tipo, con un implacable y arrollador ritmo narrativo, magistrales y sucias secuencias de acción y un personaje tan incorregible que cae simpático inevitablemente des del primer segundo. Toda una lección del buen cine de acción. Irrepetible y única en su género.