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España España · Complutum
Voto de Pableras:
9
Fantástico. Comedia. Terror Rand (Hoyt Axton) es un viajante que un día regala a su hijo Billy (Zach Galligan) una tierna y extraña criatura, un mogwai. El inocente regalo, sin embargo, será el origen de toda una ola de gamberradas y fechorías en un pequeño pueblo de Estados Unidos. Todo empieza cuando son infringidas, una tras otra, las tres reglas básicas que deben seguirse para cuidar a un mogwai: no darle de comer después de medianoche, no mojarlo y evitar que ... [+]
24 de junio de 2014
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay clásicos como 'El padrino' y clásicos como 'Los Goonies'. Tal afirmación, no demasiado ortodoxa, quizá provoque rechazo entre los más puristas, pero probablemente se entienda lo que un humilde servidor quiere decir. 'Gremlins', la pequeña saga que pergeñó un Joe Dante en plena forma en 1984 y 1990 respectivamente, se encuadra en ese segundo grupo. Pero es bueno recalcar que no es sólo la nostalgia y el cariño lo que convierte este tipo de títulos en films inolvidables, sino el hecho de que (además) son buen cine, inteligente, cuidado y divertido. Viajemos al pasado para recordar a estas adorables, peligrosas y desquiciadas criaturas.

'Gremlins' es la historia de Billy, un joven de una pequeña localidad al que le regalan un mogwai, un insólito animal de nombre Gizmo y cuyos cuidados fundamentales pasan por cumplir unas reglas muy sencillas: no mojarse, no comer después de medianoche y, por supuesto, no exponerse a la luz del sol, que es mortal para él. De todos es sabido que dos de estas reglas no se respetarán, desencadenando una catástrofe memorable.

'Gremlins' aterrizó en un año inolvidable para el segundo grupo de clásicos antes mencionado, y fue bien acogida tanto por la crítica como por el público. Existe una queja más o menos extendida, y ya sabemos cómo pueden ser los americanos al respecto, pues la cinta de Dante gustó pero no pocos la acusaron de ser demasiado violenta y oscura, basándose sobre todo en que su mercado potencial era el adolescente. Esa postura conservadora impedía ver lo que quizá era uno de los mayores aciertos de la película: subvertir el cine navideño y convertirlo en un cuento de humor negro protagonizado por monstruos perversos. Una escena en particular, modélicamente construida, venía a desmontar el tópico de la felicidad a machamartillo en esas fechas tan señaladas, aquella donde Kate le cuenta a Billy la trágica historia por la que la Navidad sólo entraña dolor para ella. 'Gremlins', que antes de nada es un gran entretenimiento, se descubría como algo más. Y aunque sea lo gamberro y lo dionisíaco lo que más se recuerda (con razón), hay gravedad en la película, también por cómo maneja la historia de amistad entre Gizmo y Billy, desembocando en un final que a más de uno le pondrá la piel de gallina.

Precisamente no es esa seriedad y negrura lo que aporta la segunda parte, que desterraba cualquier viso de ello para apostar por la locura más desatada y cachonda y el gamberrismo más sano. La secuela hacía honor a las segundas partes y ofrecía más cantidad (y variedad) de monstruos, olvidando las presentaciones para ir con premura hacia el meollo de la cuestión. Aunque no logró repetir el éxito y la acogida de la primera, 'La nueva generación' (que así es cómo se llamó) alcanza cotas de diversión e ingenio mayores a las de su predecesora, empezando por la más inventiva y llamativa galería de criaturas (que incluían gremlins voladores, arácnidos e incluso la primera fémina -sexualmente desatada- de la saga) y por un sentido del homenaje y la referencia cinéfila explotado con mayor cariño y autoconsciencia (del terror de la Universal hasta la delicia artesanal del mítico Ray Harryhausen). El cóctel de ingredientes, que a algunos llegó a indigestársele, resultó ser tan excesivo y aparatoso como definitivamente gozoso, una auténtica fiesta del cine fantástico que se servía de un único escenario (un rascacielos peculiar) para disponer el jolgorio con gran libertad. Ya no protestaron por la violencia de la película, aunque pocos supieron (y saben) apreciar las virtudes de esta secuela, quizá inferior a la original, pero que es sin duda una pieza de género inteligente y digna de celebración (y revisión). Existe una estupenda y no consentida tercera parte, pero eso ya es cosa de 'La hora chanante'.

¿Por qué es una de las películas más famosas de todos los tiempos? O, mejor dicho, ¿dónde radica su éxito? Motivos sobran. Por un lado, una partitura inolvidable del gran Jerry Goldsmith que es carne de tarareo. Por otro, la participación de la fructífera Amblin y la siempre segura mano de Spielberg en la producción. Pero aún más importantes son las criaturas que dan nombre a la saga, cuyo diseño es un auténtico triunfo, logrando una interminable lista de marionetas originales, únicas y que son una maravilla de contemplar (gracias eternas, Chris Wallas), consiguiendo de propina un éxito de merchandinsing descomunal. Todo esto unido al inteligente guión de Chris Columbus en la primera, que estaba en estado de gracia entre 1984 y 1985, y al de Charlie Haas en la segunda, y a la sabia mano de Joe Dante, conforman los elementos que hicieron de 'Gremlins' un hito de culto, convirtiendo el argumento de una cinta de terror en dos películas de virtuosa artesanía y brillante comicidad, puntuadas por momentos que son puro e impagable delirio, como la inefable secuencia en el cine donde se proyecta 'Blancanieves y los 7 enanitos'. En suma, un placer a varios niveles, y que posee un corazón tierno y hermoso, al menos en la primera entrega.

(Final de la crítica sin spoilers más abajo)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Pableras
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