Y los que hemos soportado este "Oliver Twist", el cielo cinematográfico seguro. Polanski cuenta en dos horas lo que podría haberse ahorrado en treinta minutos menos. La culpa de ese exceso de metraje la tiene su ritmo cansino y lento hasta aburrir. Además, el chaval que interpreta a Oliver es soso hasta más no poder (claro que su parquedad en palabras puede deberse también a que nadie le hace caso por más que suplique).
Eso sí, no puede reprochársele al director la buena fotografía y ambientación de la Inglaterra victoriana, así como de mantener esa ironía que caracteriza a Dickens aun tratándose de obras dramáticas (el juicio por el robo del pañuelo al cliente de la librería, por ejemplo). Tampoco olvida enfatizar ese contraste entre el gran imperio británico allende los mares, mientras los pobres de la metrópoli se mueren de hambre.