Parafraseando a los cómics de Astérix, ésta es la esencia de "La última legión", localizada en los confines del Imperio Romano y que trataba de defenderse de las amenazas de los guerreros autóctonos. En cuanto al planteamiento sobre la protección de Rómulo Augústulo y el desenlace, que a tantos os parece tan increíble, Manfredi lo desarrolla así en su novela homónima entroncando con ese relevo de "monarquía".
No voy a revelar quién es el personaje legendario con el que finaliza esta historia. Cuando la veáis y lo descubráis, os recomiendo que acudáis a la película sobre él que rodó Antoine Fuqua y me digáis si no es peor.
De hecho, en mi opinión - y más colaborando en el guión el propio autor del libro - "La última legión" no es nada desdeñable y muy digna, pese a las licencias propias del cine que pueda tomar para ser más espectacular y comercial. Quizá sí peque de alguna escena algo acelerada con respecto a la siguiente, pero seamos sinceros: El público moderno no está ya preparado para peplums de más de dos horas de duración.
Tanto Colin Firth como Ben Kingsley muestran su calidad actoral. Los acompaña la bella modelo Aishwayra Rai, que no será la mejor intérprete del mundo pero da el perfil para su personaje. Y luego, tres actores de la HBO (Kevin McKidd, de "Roma", como el odioso Wulfilla) y dos de "Juego de Tronos" (Iain Glen y el joven protagonista Thomas Brodie-Sangster).
Sinceramente no entiendo esta ojeriza hacia "La última legión". La reivindico como hice en su día con "La legión del águila" (acerca de la misma temática), aunque tenga más de ficción que de rigor histórico. Sobre todo por abordar un periodo distinto a los tópicos con la dinastía Julia.
Por cierto, si no os convence un cambio de escenario tan radical, ni se os ocurra leer "El imperio de los dragones". La tildaríais directamente de inverosímil.
Mi nota: 7,6