Imaginaos a un atracador de pacotilla al que, en lugar de realizar su trabajo con éxito, le sale todo mal. Pues bien, ahora añadid a Woody Allen en ese papel y os podréis hacer una idea de lo que pasa en "Toma el dinero y corre", una de las primeras películas del genio neoyorkino y posiblemente de sus mejores comedias.
La historia de Virgil Starkwell, que así se llama su personaje, es relatada en forma más cercana a un documental, con entrevistas a la gente que le rodeó en su vida y narrada con gran comicidad. Diálogos ingeniosos, con mucho doble sentido, críticas ácidas, situaciones absurdas y, sobre todo, mucho cinismo destacan en esta casi obra maestra del humor, con golpes continuados que provocan la sonrisa y que incluso a veces la convierten en desternillante.
En mi opinión, se nota en ella la influencia de directores como el maestro Billy Wilder (especialmente con esa visión de la sociedad americana tan cercana a "Uno, dos, tres"), lo cual no permite calificarla de original como para darle un 10. Sin embargo, si nos damos cuenta a medida que la vamos viendo, también percibiremos que otras comedias posteriores han "bebido" de la sagacidad de "Toma el dinero y corre", una película que contiene tantos buenos momentos por destacar, que prefiero no empezar a contarlos para no olvidar ninguno.
Y para hacerla aún mejor, dura lo necesario para no aburrir al espectador.