Seamos sinceros. Para ser inverosímil e irregular, entretiene y tiene su puntito como comedia negra. Porque por thriller puede pasar, aunque no como drama. Si el propio Pierce Brosnan se ríe de sí mismo como tipo duro, ligón pero ya con una crisis en su vida.
Quizá cómo se conocen Julian y Danny no es nada creíble, sobran los chistes pervertidos y quedan mal explicados algunos aspectos (ver spoiler), pero sólo por la escena de la plaza de toros - y mira que los odio -, la película crece porque nos muestra el "modus operandi".
Mi nota: 6,6