Cara y cruz para la grandilocuente biografía de Alejandro Magno a cargo de Oliver Stone. Algo larga, pero en ese aspecto todas las superproducciones históricas pretenciosas lo son. Stone enfoca al personaje sin olvidar cada una de las facetas que le caracterizaron y rodearon su vida, lo cual es un punto a su favor: El sueño de Alejandro por expandir la cultura helenística hasta los territorios "bárbaros" no conquistados y desconocidos, su habilidad como estratega, su desmedida ambición por ser recordado como el más grande, su personalidad marcada por la pasión, la inteligencia y una madre todavía más ansiosa de poder y, por último, los conflictos con sus propios generales (se dice que fue alguno de ellos quien provocó su muerte por deseos de riquezas).
Hasta aquí todo bien. Fotografía cuidada y muy lograda en las batallas, apropiada banda sonora del también músico griego Vangelis - aunque parecida a "Carros de fuego" -, violencia real pero sin excesos de "casquería", narración bien contada (casi didáctica)... Incluso el tema de su homosexualidad está muy perfilado, tratando ésta desde el modo en que la entendían los helenos y basada en unos sentimientos íntimos y con naturalidad a partir de los lazos de amistad y compañerismo.
Sin embargo, el casting ya no ha podido ser peor. Criticaron a Brad Pitt por aquellas mechas que lucía en "Troya", pero Colin Farrell teñido de rubio de "bote" aún es más escandaloso. Sus cejas morenas ensombrecen el intento por convertirlo al canon griego. Además, imaginarlo como hijo de Angelina Jolie es sencillamente imposible. Esta actriz no envejece en toda la película por más que se esfuerce el maquillador y, en todo caso, debería haber interpretado a la bella Roxana (tiene también una hermosura exótica con esos ojos y no como la fea de Rosario Dawson, que para colmo nos la venden como casi una Venus de los bárbaros). Los secundarios son lo único creíble de la película, incluyendo a Val Kilmer como ese Filipo tuerto.
Por tanto la recomendaría desde el punto de vista histórico, pero no por los actores. Ahora que está muerto sonará a demagogia, pero creo que el protagonista adecuado para encarnar a Alejandro Magno hubiera sido Heath Ledger.