Una de las mejores películas que he tenído el placer de disfrutar. Sencillamente sublime.
Barry Levinson dirige con gran maestría una cinta sobre abusos sexuales en un reformatorio pero que, detrás de eso, nos muestra una historia de justicia y venganza (personificada principalmente en el personaje de Brad Pitt) hacia los que cometieron dichos abusos, y que cambiaron drásticamente la vida de los protagonistas.

Sleepers empieza en plan happy. Ambientada en los años 60, cuenta la historia de cuatro chavales que intentan sobrevivir en uno de los barrios más marginales de Nueva York, bajo la protección del mafioso King Benny (Gassman) y del Padre Bobby (grande Robert de Niro), un sacerdote que no podrá evitar el destino de los chicos. Tras una travesura en la que un hombre sale muy mal parado, los chicos son enviados al Hogar Wilkinson para menores, donde un excelente Kevin Bacon, interpretando al hijo de puta de Sean Nokes, les hará la vida imposible y, junto a otros guardas, los torturaá y abusará sexualmente de ellos, algo que los marcará de por vida.

En la segunda parte de la película, varios años después y con los chicos ya adultos, nos encontramos con que dos de ellos (convertidos en delincuentes) coinciden casualmente con Sean Nokes (Bacon) y se vengan de él. La película pasa entonces a una mezcla entre drama judicial y Brad Pitt desatado buscando venganza sobre aquellos que le arruinaron la vida. Para ello, necesitará la ayuda de Dustin Hoffman, un abogado alcoholico y bastante patán.

Una excelente película, con un guión grande de cojones y unas interpretaciones a la altura de las circunstancias, destacando sobre todo Kevin Bacon, Robert de Niro y Dustin Hoffman.
Una película que estremece en algunas escenas, causa repulsión en otras (sobre todo hacia el personaje de Kevin Bacon) y te hace desear la tan ansiada venganza que, tan desesperadamente, busca el personaje de Pitt. Magnífica.