Ese cine francés que tanto me gusta con porque cuenta historias creíbles con personas cotidianas a las que les pasan cosas normales y nos las cuentan de forma natural, sin ñoñería, hipocresía y estupidez. Porque no hacen falta juegos artificiosos ni efectos especiales para contar una buena historia, basada además en una obra de Victor Hugo y bien traída al momento actual.
Una rica banda sonora, en francés por supuesto, unos personajes amables y creíbles perfectamente interpretados, sin artificios, sin elucubraciones.
Merece la pena perderse en la cotidianidad de unos individuos normales a los que un día les pasa algo anormal cayéndose su mundo pero reaccionando con la honestidad y entereza propia del que debe luchar día a día no solo por el pan sino con su conciencia, por coherencia con sus ideas e ideales y en base a ellas recuperar y volver a su mundo, ese por el que tanto lucharon y vuelven a poner en pie.
Esa coherencia que tanto se echa de menos Pirineos abajo