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España España · Madrid
Voto de Daniel:
7
Thriller. Comedia. Drama Bruno Davert es un alto ejecutivo que trabaja desde hace quince años en una fábrica de papel. Debido a la reestructuración económica de la empresa, él y cientos de empleados son despedidos de la noche a la mañana. En principio la medida no le preocupa; es joven (ronda los cuarenta), tiene una preparación excelente y confía en encontrar pronto un puesto de trabajo similar. Tres años después, aún sin trabajo, sólo piensa en sobrevivir y ... [+]
30 de mayo de 2022
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Costa-Gavras está siempre preocupado de dotar sus contenidos político-sociales de un suspense cinematográfico, pues una obra de ficción argumental no es un documental. Las fuerzas económicas se basan más que nunca en la feroz competencia y en la rivalidad, así que es fácil imaginar al director o al autor de la novela, o a ambos, imaginando este argumento en que un determinado sujeto decide llevar a sus últimas consecuencias la idea de competencia y rivalidad, asesinando físicamente a sus rivales directos, lo cual proporciona suspense.

Yo distingo en esta película el contenido socio-político de fondo de esta argucia argumental empleada, que creo que no funciona demasiado bien porque los asesinos son de otra pasta y todos los avatares que ocurren son falsos y absurdos. Un jefecillo de imagen de una empresa, tal y como se pinta aquí a este personaje, no se lía a asesinar gente, además de forma tan burda y chapucera, y se queda tan pancho, aunque luego vomite y se duche, etc. Desde el punto de vista de lo real no entra ni con calzador, por lo que la película está hablando simbólicamente, tratando de llevar a sus últimas consecuencias hacia dónde podría conducir una sociedad basada, cada vez más, en la competencia excluyente, en el culto al "pelotazo" y en las brechas sociales cada vez más grandes.

Dentro de este absurdo en la forma de su superficie, la película retrata una realidad de fondo y tiene personajes patéticos muy reales en, por ejemplo, el camarero y el dependiente, hasta hacía no mucho, ingenieros a los que el sistema sonreía y, de repente, tratando de volver a empezar de cero a los cuarenta y tantos o cincuenta años.
Daniel
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