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Voto de Joan Ramirez:
10
Drama En Stockton, ciudad de California, un veterano púgil en decadencia (Stacy Keach), que sobrevive trabajando como jornalero agrícola, conoce a un muchacho que quiere ser boxeador (Jeff Bridges) y se lo recomienda a su antiguo mánager, otro perdedor. "Fat City" es una expresión de la jerga boxística que quiere decir "Paraíso en la Tierra". (FILMAFFINITY)
13 de octubre de 2011
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fat City NO va de boxeo y además es una obra maestra.

No va de boxeo del mismo modo que Moby Dick no va sobre la pesca de la ballena. Y es una obra maestra porque todo en ella es creíble, coherente y sutil; porque ni le sobra ni le falta nada; porque habla de los sueños, las esperanzas y las ilusiones de los hombres; habla de las enfermedades del alma, de la aceptación, de la madurez y del secreto que hace rodar al mundo. Y no hay ni un solo personaje que no ponga en danza lo que lleva dentro. Ni uno.

El gran tema de Fat City es el alcoholismo y el fracaso que lleva asociado. Pero también la aceptación de nuestras limitaciones y de la vida que nos es propicio llevar. Porque sí: la vida no ha de ser fantástica, sólo propicia. Pero bueno… este es un pequeño axioma por el que las empresas de publicidad hoy en día ajusticiarían al personaje de Jeff Bridges…

Por su parte, Stacy Keach hace el papel de su vida. Hasta ahora, para mí este hombre era sólo Mike Hammer y poco más (escondiendo siempre el labio leporino bajo el bigote). Ahora ha pasado a ser para siempre Billy Tully, el boxeador que perdió las riendas de su vida, el hombre que transformaba sus pocas y escasas alegrías en fracasos para justificar su adición. Así es el alcoholismo. Otros quieren estar siempre contentos. El caso es tener una excusa para beber.

Y me da a mí que John Huston sabía un congo de esto. Un tío interesantísimo, pueden repasar su biografía: pintor, actor, guionista, militar, boxeador…Si supiera un poco mas de cine supongo que no estaría tan emocionado a estas alturas. Pero bueno, ¿y qué? ¿No estamos aquí para aprender?

Al margen de esto, les confieso que no entiendo como el guarrete de Aronofsky pudo rodar “El Luchador”, una película sospechosamente similar (pero en mala...) existiendo ya esta, que es magistral. Y ya no digo la versión aberrante que del alcoholismo ofrece Mike Figgis en Leaving las Vegas…

Entre nosotros… ¿saben cuál es el pecado de esta película? Que arroja luz... aunque sea mortecina y algo triste.

La verdad es así.

¡Que la disfruten!
Joan Ramirez
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