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Voto de Joan Ramirez:
8
Romance. Drama Don es un vendedor de casas que en su tiempo libre presta servicio voluntario en el Teléfono de la Esperanza. A Ann, que trabaja en una tienda de artículos de fotografía y vídeos, su novio le ha dicho que ya no la quiere y que desea cortar la relación. Para intentar recuperarlo, ella graba una cinta de vídeo donde le cuenta cosas que nunca le dijo. Las vidas de Don y de Ann, al cruzarse, experimentan cambios fundamentales. (FILMAFFINITY) [+]
19 de agosto de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película rezuma afán de sinceridad y eso es siempre de agradecer. Dice Isabel Coixet que durante el rodaje tuvo una gran comunión con los actores, que éstos realmente se metieron en sus papeles y los supieron agrandar con su talento. Vivir lo que se interpreta siempre mejora el producto (por eso hay gente feliz con su trabajo).

“Cosas que nunca te dije” es una película muy sencilla pero bien urdida, con afán de ser redonda en todos sus matices. Su materia prima son los sentimientos, el afán de superar el abandono de quien nos deja. La película descubre que los sentimientos se han de digerir, y un buen modo de empezar a hacerlo es hablando de ellos, ni que sea delante de una cámara de video.

Es posible que la felicidad sea, sencillamente eso, un sentimiento fácil de digerir. Todos los jerseys requieren el esfuerzo de ponérselos y la felicidad es nuestro jersey más viejo, más cómodo y que mejor se nos adapta. Es decir: la felicidad no es gratis, pero es, al contrario de lo que muchos piensan, el sentimiento más barato. ¡Oh, pero esta película no va exactamente de esto! Disculpen.

El film se centra en la necesidad de olvidar, de dejar limpia la página de nuestros sentimientos para poder reescribirla de nuevo. Y para eso hace falta tiempo y cierto esfuerzo (justo lo que evitan los personajes de las revistas del corazón, que quieren vivir siempre enamorados…).

Otro tema colateral que se podría haber tocado con un poquito más de sutileza es el del cuidado que hemos de tener a la hora de plantear deseos, más que nada por el peligro de que se cumplan. El “deseo”, como tal, es un grave impedimento para acercase a lo divino. Esto lo expliqué un poco en la crítica que escribí de “Beowoulf”, una película de animación basada en antiguas leyendas; muy recomendable por la amplitud de temas que toca.

En fin, que los tiempos avanzan. Si en 1935 Bill W. y el doctor Bob S. inauguraron el concepto moderno de terapia de grupo al descubrir que hablando les era más fácil curarse de su alcoholismo, en los noventa ya se podía decir que “a falta de amigos sensatos, buena es la videocámara”. Todo sea por fomentar la sinceridad. Con uno mismo.
Joan Ramirez
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