Y empieza bien. Sandra Bullock toma el rol de hermana de Ocean (George Clooney), Debbie, salida de la cárcel tras una estafa que salió mal. Es muy entretenido verla salir adelante con estafas pequeñas pero ingeniosas, hasta poder encontrarse con la que será su socia principal, Cate Blanchett. Pero aquí empiezan los problemas. Primero que nada, las edades de las actrices. Bullock (54) y Blanchett (49), ambas más grandes de lo que Clooney y Brad Pitt eran en la tercera película de la trilogía, no despliegan la energía ni sensualidad de aquellos en la primera aparición, dónde nos convencían que eran estafadores de profesión. Ellas quedan algo forzadas.

Pero lo más importante, se falla en la narración de maneras tontas. El formado del equipo es aburrido. Existe poca tensión en la ejecución del plan, ya que casi todo lo logran más o menos de manera sencilla, haciéndolo más aburrido de lo que debería ser. Otro problema es que varias del grupo apenas sí hacen algo. Awkwafina y Mindy Kalling prácticamente son irrelevantes. Cuando les toca su parte, fallan en generar la tensión que tenían las escenas de los miembros menos importantes de la original (que les daba a todos al menos un momento para brillar). Rihanna como hipster hacker... sin palabras.

Pero aun con estos errores, tengo que decir que se deja ver, Cate Blanchett hace bien su versión de Brad Pitt (aunque de nuevo, con una falta de chispa) y el arco principal, el de la hermana Ocean, se termina explicando y resolviendo muy bien.