De indudable belleza visual, por los escenarios en los que se desarrolla, los actores, todo el exotismo de la cultura oriental, el vestuario, las actrices. Pero este director y sus películas son manzanas envenenadas, porque cuentan cosas dolorosas, abyectas, horrores que se desarrollan en cualquier hogar, cultura cuando desalmados poseen la vida de otras personas especialmente vulnerables, ya sean mujeres, niños.
En la primera capa de este caramelo tenemos una intriga, personajes malvados, avariciosos que enredan en su tela de engaños a una mujer desvalida; en la segunda capa yo encontré el verdadero terror, la realidad de un personaje que inicialmente nos da algo de lástima, pobre niña rica. En la tercera cada tenemos algo más dulce, que nos satisface tras las dos primeras capas.
Aún así es un dulce indigesto, no apto para todos los paladares pero que te deja una sensación de haber asistido a un espectáculo que ha merecido la pena, aunque acabes algo tocado.
Ante las críticas de misoginia yo la interpreto en sentido contrario, en esta historia quizá los oprimidos- en este caso mujeres de diferentes clases sociales- puedan encontrar su venganza frente a los opresores y pensar que los malvados obtienen su castigo, en una lectura profundamente feminista.