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España España · Málaga
Voto de Lukas:
6
Drama El 18 de julio de 1936, estalla la Guerra Civil. En Madrid, una familia formada por un matrimonio y dos hijos comparte los avatares de la guerra con la criada y los vecinos. El niño de la casa, aunque ha suspendido, quiere que su padre le compre una bicicleta, pero la guerra hará que la compra se aplace indefinidamente. (FILMAFFINITY)
12 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En MUBI, dentro del ciclo Adaptaciones, ponen ahora esta cinta, adaptación de la obra teatral de Fernando Fernán Gómez, que no he leído ni he visto representar. Decidí verla, porque no la vi en su momento, y según tenía entendido, es una de las mejores cintas sobre la Guerra Civil. Y, la verdad, terminé un poco decepcionado, ya a medianoche…, porque no pude disfrutarla como se merece…me dormí. Como siempre que me pasa esto, me pregunto: ¿me dormí porque soy un gilipollas que siempre se duerme, o bien me dormí porque la peli es un peñazo de cuidado? Normalmente, cuando esto sucede, la culpa se la echo a la película, claro. Bien es cierto que muchas veces es mi culpa, por ver pelis tan tarde, o con sueño atrasado. Pero otras veces, y me temo que es el caso, la culpa fue del cha cha chá, quiero decir, de la peli de marras.

¿Qué es lo que pasa aquí? Claro que el comienzo, cuando salen los créditos iniciales, te engaña, porque parece que será una peli de acción, en donde se verán escenas de guerra, todo muy animado. Pero luego, apenas empieza la peli, resulta que todo es muy teatral, se nota que está basada en una obra de teatro (y encima, no fue FFG el autor del guión). Es decir, que hay buenos diálogos, los actores y actrices son muy buenos, pero poco más. Es cierto que la ambientación está conseguida…, pero es casi toda en interiores. Todo se rodó en Madrid, en interiores y exteriores, como se indica al final de los créditos. Y está muy bien, muy conseguido. Lo malo es que, cuando empieza la guerra (y va para tres años), las escenas ya son todas en interiores, ya sea el bloque o finca de viviendas en donde se desarrolla la acción; o bien en refugios antibélicos, o sitios así cerrados. No me hagáis mucho caso, porque desde la hora y cuarto o así estuve dando cabezadas, pero me da que esta obra, en teatro, estaría mucho mejor. Tres años es mucho tiempo, para contarlo a través de las imágenes, que piden acción, movimientos, espacio, amplitud de miras, perspectiva. Y aquí todo huele a gato encerrado y a berza, por no decir cocido, ¡o lentejas! Esa profundidad de campo está ausente, y uno se acaba durmiendo.

No sé si las bicicletas son para el verano, yo nunca tuve, nunca me compraron una. Y nací en 1972, cuando Franco estaba ya en la recta final. Vaya si duró el invierno. Luego llegó una extraña primavera, el Verano del Exceso, las drogas y toda esa mierda que ya sabemos. Lo que Chávarri nos cuenta, sotto voce incluso, con un impagable Agustín González (y todo el resto del reparto, que ya digo, está magnífico, incluso los más secundarios), es esa resistencia pasiva, digamos, esa lucha por la vida, esa vida digna que se tenía antes, y que pronto fue exterminada por culpa del fascismo nacional. El retrato de esta familia es maravilloso, y toda esa primera parte, cuando aún hay luz, es imborrable. Luego aparecen los bombardeos y, como alguien dice en otra reseña, poco a poco el ambiente se oscurece. Y uno entra al sueño, como al idilio de un paseo con niñas y flores y algún claxon de bicicleta, y hay mujeres hermosas y hay fiesta y teatro, cómicos, y hasta la maravillosa música de Francisco Guerrero. Pero eso al otro lado, en el sueño…
Lukas
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