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Argentina Argentina · Argentina
Voto de Crotalus:
3
Western. Intriga Pocos años después de la Guerra de Secesión, una diligencia avanza por el invernal paisaje de Wyoming. Los pasajeros, el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell) y su fugitiva Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), intentan llegar al pueblo de Red Rock, donde Ruth entregará a Domergue a la justicia. Por el camino, se encuentran con dos desconocidos: el mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), un antiguo soldado de la Unión convertido ... [+]
11 de abril de 2016
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El talento es una virtud que, en la mayoría de los casos, se agota con el tiempo. Tenemos en el cine, la música, la literatura y hasta en la ciencia incontables casos. Si pensamos en algunos ejemplos en lo referente al cine (el Spilberg post La Lista de Schindler, el Pablo Trapero posterior a El Bonaerense, Brian De Palma desde los años '90, etc) no se puede entender qué los llevó a producciones de tan bajo nivel después de haber conocido la gloria. Y están los otros, los que por tener un talento extraordinario -o una prudencia sabia- se mantuvieron al tope de las expectativas propias y ajenas hasta su muerte: Sidney Lumet, Stanley Kubrick, Bergman, por ahora James Cameron y otros más. Hasta ayer, cuando vi Los odiosos ocho, Tarantino entraba para mí en esta última categoría. Dijo que se retiraría luego de su décima película, para no hacerlo cuando la gente se canse de él sino en lo más alto de su carrera. Me parece que hizo mal el cálculo.
Después de haberme aburrido durante 167 minutos intento comprender cuáles son las claves del fracaso: la primera, en esta historia no hay buenos y malos, algo que parece tan elemental es fundamental en las historias violentas, porque para empatizar con la violencia debemos asistir primero al sufrimiento del bueno, que es la condición que nos hace después disfrutar de su venganza. Aquí -eso sí, como su título lo indica- todos los personajes principales son odiosos y lejanos y nos da lo mismo que mueran, que revienten o que se vayan felices andando a caballo por el bello paisaje de Wyoming.
Algo que no dejó de sorprenderme es el ritmo de la película. Que una película de Tarantino sea lenta y pesada es casi un oxímoron. Los campos nevados llegan a saturarnos y los caballos con la diligencia filmados sin pausa durante minutos desde todos los ángulos posibles nos hacen pensar si no se trata de un homenaje malogrado y lamentable a “El caballo de Turín”.
La sangre, siempre presente en Tarantino de esa forma exagerada y grotesca que lo caracteriza, toma aquí un matiz escatológico al presentarse en forma de vómito, que resulta tan desagradable como la obscenidad innecesaria y nunca antes vista en sus anteriores películas.
Es este un Tarantino desvirtuado y triste que parece haber perdido el rumbo. Esta fue su octava película, todavía faltan dos para que se retire. Por algo será que dicen que el siete es el número sagrado.
Crotalus
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