La historia narra la amistad o al menos el acercamiento entre dos chicas de edad similar y durante todo un verano en la costa catalana, que provienen de extracciones sociales diferentes: la una (Maria Morera con su mirada profunda) pertenece a una familia acomodada , y la otra (muy bien Nicolle García) es hija de la asistenta colombiana que cuida de la abuela mayor afectada de alzheimer (Vicky Peña estupenda) y con la que tiene más sintonía incluso que la propia familia.

Está narrada con sutileza y la perspicacia suficiente para que nos demos cuenta de la diferencia de clases, aunque sea a pequeña escala (al respecto sólo hay que ver el detalle de cómo Nora Navas, en el papel de la madre y que obtuvo un Goya como secundaria en ella, rechaza ponerse un vestido floreado a pesar de que lo disimula o lo intenta, porque la criada tiene uno igual comprado en el mercadillo local...). También nos habla, sin embargo, sobre problemas que existen en los lazos maternales por las circunstancias que sean.

Será un verano especial en cuanto a las dos chicas y nada volverá a ser igual cuando deban separarse: una habrá aprendido a ser algo más libre e independiente, como el título de la historia, y la otra… No quiero pasar por alto la estupenda dirección de actores y como están desarrolladas todas las escenas con ese barniz sorprendente de natural veracidad.