Despropósito dirigido al publico adolescente donde a base del susto fácil y el efectismo barato saturado de sonido pretende asustar, cuando ni siquiera llega a enganchar. Llena de tópicos mil veces vistos, hasta parece un homenaje al cine comercial más manido y es que el espectador no para de acertar por donde va a aparecer el peligro. Lo único interesante de esta especie de híbrido malo entre el exorcista y la profecía es Gary Oldman, con un peinado ridículo, haciendo lo que puede por salvar este ruidoso pastiche sin gracia y donde se pone en evidencia al lado de una prole de actores de lo mas sosos e inexpresivos. David S. Goyer es un paquetillo en la dirección.