La posibilidad de ver dos películas en una. Puedes ver el thriller o puedes ver el drama, y veas la que veas, con el conflicto interior de todos los personajes.

Decía Karajan que un buen director de orquesta es aquel que sabe cuando dejar la batuta para dejar a los músicos solos. Pues aquí, con una gran partitura (guión, guión, guión) y unos buenos intérpretes, lo demás es honestidad.

La cámara ensucia sus planos a propósito, y lo hace con todos los personajes, así que aquí todos tenemos pesos que soportar y levedades que nos alivian. Reflexión sobre la culpa. ¿Qué harías si al decir la verdad tu vida se pudiera venir abajo?

Y el director, magistral, va conduciendo todo esto sin que se note su mano, pero está su huella. He ahí la excelencia. Pero todo este acto no quiere decir que la película nos deslumbre, nos convence, sí, pero no quiebra, no rasga.