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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
7
Drama Una noche, un grupo de trabajadores se da cuenta de que la administración está robando maquinaria y materiales de su propia fábrica. Cuando se preparan para organizar el equipo y la producción, se les obliga a no hacer nada, como represalia, mientras las negociaciones para su despido están en marcha. La presión desencadena una revuelta entre los trabajadores, lo que afectará a todo lo que les rodea. (FILMAFFINITY)
22 de octubre de 2018
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La fabrica de nada

El director portugués Pedro Pinho ha hecho una película tan singular e hipnótica como fascinante. A pesar de sus tres horas de metraje el espectador queda literalmente atrapado por la magia narrativa que este hombre despliega a lo largo de la cinta. Utiliza una casi inverosimil imaginación para, a modo de documental, introducirnos en el interior de una fábrica de ascensores en la que sus trabajadores han quedado indefinidamente recluidos después de haberla ocupado ante la amenaza de un cierre inminente. La frustación, ansiedad, inseguridad y pánico ante el incierto y sombrío futuro que se les avecina, tanto a ellos como a sus familias, nos involucra al punto de sentirnos parte de su angustiosa peripecia.
Los viejos y tradicionales métodos de presión que la clase obrera utilizaba como sistema para doblegar a la dirección de la empresa han quedado obsoletos y de momento resultan insustituibles. Las redes sindicales, prácticamente inoperantes, han dejado a los trabajadores a la intemperie sin esa trinchera de protección que durante décadas supuso un eficiente refugio para su lucha.
Términos como deslocalización, insostenibilidad o desestructuración, se han convertido en la nueva jerga bajo la que el capital oculta su insaciable apetito por la utilidad pura y dura. El contrato social, ese compromiso que hasta no hace mucho existía en los países occidentales entre patrón y obrero y que dio origen al estado de bienestar, ha quedado convertido en papel mojado en aras de un supuesto progreso, bajo la incuestionable y omnipotente diosa de la globalización.
Un ramillete de versátiles y formidables actores otorgan gran veracidad a sus personajes y todos ellos sin excepción transladan al auditorio cada una de las emociones y sentimientos que laceran sus vidas en el interior de esa fantasmal y lúgubre fábrica de nada.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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