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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
8
Western. Drama Inspirada en una historia real sucedida en el interior de Australia en 1929. Cuando el aborigen Sam mata al propietario blanco Harry March en defensa propia, Sam y su mujer Lizzie emprenden la huida. Pero la pareja será perseguida de forma incansable por las autoridades hasta a qué ellos mismo se entregarán.
24 de octubre de 2018
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Sweet Country

En 1929, aún con importantes concesiones, Australia todavía pertenece a la Confederación de las Islas Británicas y es súbdito fiel de la corona inglesa. A pesar de haber sido abolida la esclavitud, al menos en teoría, subsisten graves transgresiones a la Ley. Y en algunas zonas del interior de este vasto territorio -16 veces mayor que España, si les sirve de orientación-, todavía los colonos preservan con total impunidad sus antiguos derechos y privilegios sobre la vida y suerte de los aborígenes, tal y como ocurría en las colonias europeas un siglo atrás.
Y es ahí, en la zona central más profunda y deprimida de la región austral, entre rocosos promontorios y áridas llanuras, en donde el director australiano Warwick Thornton sitúa un hecho dolorosamente real cuya víctima inocente fue el esclavo aborigen Sam, cuando mató al colono propietario Harry March en legítima defensa. De inmediato, Sam, junto a su esposa Lizzie, habrá de emprender una humillante y extenuante huída a través de un paisaje lunar donde el sol abrasador derrite el entendimiento y los escorpiones son las alimañas menos dañinas de ese inabarcable infierno.
Una prodigiosa fotografía, nítida y luminosa, en la que predominan los tonos ocres, nos ofrece unas bellísimos estampas de atardeceres rojizos que nos remiten y recuerdan a los antiguos westerns que tantos extraordinarios momentos nos han brindado.
El guion de Thornton es poderoso, rotundo, su relato muy bien estructurado, va directo al grano y no se entretetiene en disquisiciones de naturaleza abstracta. Los diálogos precisos, escuetos, evitan circunloquios innecesarios a la vez que un grupo de excelentes actores de carácter sobrio y comedido dan la medida exacta que la cinta exige.
En definitiva, el resultado es una película realista, brutal y angustiosa, desoladora como la tierra que cobijó a sus protagonistas en un tiempo en el que algunos hombres tenían menor valor que las bestias. Ah, y ese título, que duda cabe, “Sweet Country”, no es otra cosa sino la constatación de una hiriente y cruel ironía.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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