You must be a loged user to know your affinity with Jlamotta
- Recomendaciones
- Estadísticas
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Jlamotta:
2
4,8
63
Ciencia ficción. Drama
The Sinkholes también pertence al club de "Primer" y "Pi". La estrella del indie francés, Mathieu Amalric, lidera un grupo de expertos que inician la exploración de cinco enormes cuevas recientemente descubiertas en difrentes partes del mundo. ¿Qué se esconde en ellas? (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tinker Tailor Soldier Spy (Tomas Alfredson, 2011) fue promocionada como si de una película de Bond o Bourne se tratase. Lincoln (Steven Spielberg, 2012), debido al acelerado montaje de su trailer, se asemejaba más a una producción repleta de testosterona de Michael Bay que a un clásico film político. The Sinkholes, del debutante realizador francés Antoine Barraud, no solo ha sido comparada con cintas como Primer (Shane Carruth, 2004) o Pi:Faith in Chaos (Darren Aronofsky, 1998) sino que ha sido considerada equivocadamente como una original incursión en el género de la ciencia ficción. Cierto es que no es necesario que aparezcan naves espaciales ni extraterrestres para considerarla como tal (En la estupenda Safety Not Guaranteed, Colin Trevorrow, 2011, apenas se mostraban elementos propios de Sci-Fi pero el film giraba hábilmente en torno a ello) pero nos enfrentamos claramente a un drama psicológico que reflexiona (demasiado) sobre la angustia vital provocada por el desconocimiento y el misterio prolongados súbitamente en el tiempo. El problema de Barraud, autor también del libreto, es su falta de decisión a la hora de encaminar la trama hacia un lado u otro. Jamás sabemos a ciencia cierta a que atenernos y, aunque eso en cualquier otra película sería un interesante reto al espectador, aquí deriva en desconcierto y frustración, pues en ningún momento se nos incluye en los oscuros y extraños pensamientos de la protagonista, ya que nos son totalmente ajenos y, en cierto sentido, azarosos. El personaje central, muy bien interpretado por Nathalie Boutefeu (de largo, lo mejor de la propuesta), evoluciona individualmente, optando Barraud por encubrir y silenciar su punto de vista a través de unos bruscos pasajes desarrollados casi en su totalidad en parte de su subconsciente, al que no hemos sido invitados, con la consiguiente falta de la necesaria información para lograr comprender sus motivaciones más allá de una presumible enajenación.
La testimonial presencia de Mathieu Amalric, otro de los fraudulentos reclamos del film, no se puede catalogar más que como una curiosidad, ya que a nivel de trama su trascendencia es irrisoria. Últimamente, un sector del cine independiente o de arte y ensayo, parece refugiarse en la manida excusa de la preferencia por la construcción de ambientes y de atmósferas para justificar su incompetencia (o lo que es peor, desprecio) narrativa, una dejadez que perjudica directamente sus propuestas y no las hace más vanguardistas ni las acerca al sobrevalorado movimiento, y en muchos casos irritante, conocido como Nouvelle Vague, sino que pone de manifiesto un exacerbado y desesperado gusto por lo visual ante la imposibilidad creativa de desarrollar una trama que se mantenga por si misma, sin trucos ni fanfarrias ópticas. Soy el primero que valora y aplaude una imaginativa puesta en escena, una orgía para la vista sin más intención que impresionar sin trascender, pero siempre que esté apoyado en un, como mínimo, decente guión. Blade Runner (Ridley Scott, 1982), Children Of Men (Alfonso Cuarón, 2006), Sunshine (Danny Boyle, 2007) o The Time Machine (George Pal, 1960) son buenos ejemplos de ello, demostrando que el guión es la base de cualquier producción audiovisual. Un árbol puede ser hipnótico en su exterior, pero si la raíz está podrida, no durará mucho.
Sigo en spoiler sin ser spoiler
La testimonial presencia de Mathieu Amalric, otro de los fraudulentos reclamos del film, no se puede catalogar más que como una curiosidad, ya que a nivel de trama su trascendencia es irrisoria. Últimamente, un sector del cine independiente o de arte y ensayo, parece refugiarse en la manida excusa de la preferencia por la construcción de ambientes y de atmósferas para justificar su incompetencia (o lo que es peor, desprecio) narrativa, una dejadez que perjudica directamente sus propuestas y no las hace más vanguardistas ni las acerca al sobrevalorado movimiento, y en muchos casos irritante, conocido como Nouvelle Vague, sino que pone de manifiesto un exacerbado y desesperado gusto por lo visual ante la imposibilidad creativa de desarrollar una trama que se mantenga por si misma, sin trucos ni fanfarrias ópticas. Soy el primero que valora y aplaude una imaginativa puesta en escena, una orgía para la vista sin más intención que impresionar sin trascender, pero siempre que esté apoyado en un, como mínimo, decente guión. Blade Runner (Ridley Scott, 1982), Children Of Men (Alfonso Cuarón, 2006), Sunshine (Danny Boyle, 2007) o The Time Machine (George Pal, 1960) son buenos ejemplos de ello, demostrando que el guión es la base de cualquier producción audiovisual. Un árbol puede ser hipnótico en su exterior, pero si la raíz está podrida, no durará mucho.
Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
The Sinkholes es una película fallida a todas luces, con un excesivo tono dramático, fuera de lugar debido a una pobre y aparatosa construcción de escenas. Algunos de los recursos técnicos empleados por Barraud, como el desenfoque, no consiguen su objetivo en ningún momento, sino que ponen de manifiesto la falta de presupuesto y de ideas para disimularlo. Todo ello aderezado con una fastidiosa tonalidad pretenciosa, acrecentado por la innecesaria voz en off que hace aparición por momentos. La idea inicial de Antoine Barraud no es ni mucho menos mala, pero su ejecución descompensada da al traste con unos sesenta minutos que se hacen larguísimos. El tempo de la cinta nunca es el idóneo, los tiempos narrativos no se respetan y no son sustituidos por otros elementos que nos hagan olvidarnos de ellos. Es más, su estructura es visiblemente la de un mediometraje enormemente aumentado. No hay más que compararla con cualquier episodio de una serie de televisión de sesenta minutos, como The Wire o The Sopranos por ejemplo, cuya configuración expositiva delimita con claridad meridiana el principio, desarrollo y fin del programa en fragmentos de 7-8 minutos, 45 y 7-8 nuevamente. Este es el ejemplo que The Sinkholes debería haber seguido y no cimentarse en una única unidad temporal y narrativa, siendo difícil distinguir sus distintas fracciones. El cine nos ha enseñado que no hay un único modelo a imitar, que siempre se puede jugar con el montaje o la linea temporal pero, en casos como este, es obvio que hubiera sido de gran ayuda a la hora de asimilar estudios psicológicos tan frágiles y desmembrados como el film de Antoine Barraud.
@Jlamotta23
@Jlamotta23