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España España · sevilla
Voto de Jlamotta:
9
Drama. Romance Una mañana de invierno un maduro norteamericano y una joven muchacha parisina se encuentran casualmente mientras visitan un piso de alquiler en París. La pasión se apodera de ellos y mantienen relaciones sexuales en el piso vacío. Cuando abandonan el edificio, ambos se ponen de acuerdo para volver a encontrarse allí, en soledad, sin preguntarse ni siquiera sus nombres. (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2009
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hábil reflexion sobre la condición humana y sus costumbres. El liberal Bertolucci nos toca la fibra sensible (y no me refiero a llorar) con esta película cargada de erotismo y, si, romanticismo, a su manera. Hay quien en su día no vio aquí más que una perversión obscena del realizador italiano, calificando y tachando el filme de pornografía al estilo de Emmanuelle. A ver, no nos equivoquemos. Una cosa es lo que hacen gente como Vicente Aranda y Bigas luna (que alguien les compre un cine porno rápido, por favor) y otra cosa es esta película. Embriagada de una sensualidad y un salvajismo sobrecogedor, la película nos cuenta las andanzas de dos almas perdidas que encuentran en el sexo su punto de unión y casi de expresión. No hay nada en el metraje que sobre si nos referimos a escenas de sexo. Sin embargo, uno de sus puntos débiles es la historia de Schneider con Leaud. Una historia floja, prácticamente intrascendente que cuenta muy poquito de la protagonista no solo a primera vista sino indirectamente también.

Con una realización clásica y pausada, pero deudora de los encuadres fijos de Bergman, sus largas escenas aportan un realismo necesario para comprender a estos dos personajes tan complejos. Es en estas escenas cuando admiramos la fotografía de Storaro y la interpretación de Brando en todo su esplendor. Entre la dura y dramática realización de Bertolucci y la fotografía del director de fotografía de Apocalypse Now se forma un collage en el que solo podría encajar Brando, en una de sus 3 mejores interpretaciones (El padrino, La ley del silencio, nunca sé como ordenar estas interpretaciones).

Brando coge al personaje, lo hace suyo, lo destroza, lo crea, lo revive, lo vuelve a echar al pozo, lo vomita y lo saca a la luz como una buena nueva. No tiene nombre lo que el intérprete de La jauría humana hizo en esta película. Los momentos en los que no aparece la película se resiente. Me recordó a la misión. En aquella película todo estaba muy bien pero uno sentía que la película respiraba cuando sonaba Morricone, parecía una película dirigida por el compositor de la banda sonora, algo que no he vuelto a sentir. Hasta que Marlon Brando parece dirigir la película con cada una de sus caras. Porque es un personaje con muchas caras. Bueno, malo, enamorado, traidor, vividor, lo tiene todo.

Algo que sacamos en claro de la película es que después de haber visto todo lo que hemos visto, dentro de todo su mensaje es conservador, opuesto a todo lo que muestra. Los últimos minutos son la redención del clasicismo y el libertinaje cae en desgracia. Una crítica encubierta (y no tanto) a una forma de vida que ni alguien como Brando es capaz de aguantar.
Jlamotta
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