Cuenta la leyenda que los dioses querían que los mortales contemplaran durante hora y media la belleza que tan solo se puede encontrar en el Olimpo. Para ello concedieron a Tom Shadyac la capacidad de crear tan faraónica obra, y fue un simple humano, un joven corriente, el elegido para protagonizar la mayor obra de arte de la historia, un afortunado llamado Murphy, Eddie Murphy.

Dicen que todos aquellos que ven El profesor Chiflado se arrancan los ojos porque todo su mundo se vuelve tremendamente horrible después de haber visto algo tan hermoso.

Platón aseguró que en el mundo de las ideas la idea de película era El profesor chiflado, y que en el mundo terrenal no tenemos más que copias imperfectas de este ideal de película.

Y es que, en definitiva, uno no puede ver las cenas familiares de los Murphy sin apreciar su divinidad, sin rendirse a sus encantos, sin disfrutar de tantísima belleza y poesía visual.