¿Significa que eres un cinéfilo si en Full Monty ves algo más que un grupo de tíos haciendo un streptease? No, significa que tienes ojos en la cara y un poquito de empatía.

Full Monty es la desesperación de unos hombres que se sienten de todo menos eso, hombres. Sin trabajo, sin un duro en el bolsillo, despojados de dignidad, obligados a arrastrarse por unas migas de pan, obligados a verse humillados, a malvivir y a aceptar una realidad injusta. Uno no puede ser padre, otro no puede ser marido, otro tiene que mentir, otro se avergüenza y otro se quiere suicidar. Es esta la maldita realidad del paro y ciertas políticas económicas en la "clase trabajadora".

Lo bueno, lo valioso, lo brillante de Full Monty es que tratando un tema tan duro es una película tremendamente divertida. Esto es cine. Se te destroza el alma viendo la cruda realidad del protagonista y unos pocos minutos después no puedes parar de reír... para un poco más tarde volverte a emocionar.

Todo el reparto realiza un grandísimo trabajo, Robert Carlyle está magnífico, la historia es inolvidable, la música encaja como anillo al dedo y toda esa sucesión de escenas, el baile en la cola del paro, los ensayos, los partidos de fútbol, el streptease final, la entrevista, los robos... conforman una película para el recuerdo.

Y sí, hay veces en las que quedarte en tanga y desnudarte con tus amigos es la mejor forma de mirar cara a cara a la vida, reírte de ella y llenarte de orgullo.