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España España · Valladolid
Voto de Easter Mill:
8
Acción En marzo de 1701, en la real capital de Edo, el señor feudal Asano ataca al señor Kiru mientras se encuentra en tierra sagrada. A causa de esta grave ofensa, Asano es obligado a hacerse el harakiri (seppuku). Sin embargo, 47 de sus samuráis juran vengar a su amo. (FILMAFFINITY)
16 de agosto de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante un clásico japonés que en sus 4 horas y pico de metraje desarrolla la afamada historia de los 47 samuráis que fieles a su señor vengan su muerte para cometer luego hara-kiri. La cosa comienza calentita con un funcionario, a la sazón señor feudal que se siente ofendido por otro funcionario, a la sazón señor feudal y la emprende a espadazos por la espalda con él sin mediar palabra. El agredido sobrevive y el agresor es inmediatamente condenado a cometer seppuku (esto es el suicidio ritual) mientras que su casa es abolida, con la consiguiente vergüenza para su familia y empleados domésticos (a la sazón 47 samuráis). Éstos deciden vengarse del otro funcionario, ya que esperaban que también fuese sancionado pero se fue de rositas. Lo matan para a continuación entregarse con la esperanza de que el Shogun los condene a cometer hara-kiri y no a una muerte deshonrosa. Al final consiguen la tan buscada condena y de propina la casa del asesinado queda abolida y su familia encarcelada, para gran regocijo de los 47 vengadores.

Como se trata de una película difícil de mirar (¡4 horas!) empezaré hablando de lo que me ha gustado. Técnicamente es una obra perfecta. El manejo de la cámara es espectacular. Hay secuencias larguísimas en las que el plano se cierra sobre una cara, se abre cogiendo tres personajes que toman parte de una conversación para a continuación girar en torno a ellos alternando con perfecta pausa planos perfectos y luego se mueve acompañándolos cuando se levantan y caminan, sale al exterior, se eleva con una grúa, los observa de lejos, vuelve a bajar, cierra plano de nuevo sobre la acción... todo perfectamente armonizado con lo que está sucediendo en ese momento y sin un puñetero corte. Una escena tras otra. Si eres capaz de disfrutar de estas maravillas de la técnica o quieres aprender de un maestro ésta es definitivamente tu película. Otro punto a favor es el exquisito trato que hace de la tradición japonesa en aspectos como el honor, las artes y también las costumbres.

¿Lo malo? la total carencia de actividad. Las ¡4 horas! se componen de un cúmulo de diálogos y un par de actuaciones musicales. La maldita batalla, que yo esperaba como agua de mayo viendo cómo manejaba la cámara el cabrón de Mizoguchi ¡nos la cuentan por carta! ¡Está la mujer del agraviado haciendo nada en su exilio y le llega una carta y resulta que ya han matado al tipo! ¡Así sin más! y después de eso te queda una hora de tíos en una cárcel con paredes de papel pensándose si escribir cartas de despedida a sus novias, componiendo ornamentos florales y tocando la flauta en lo que llega la condena del Shogun. Para ponerlo más cuesta arriba aún, los subtítulos en castellano son una especie de traducción resumida totalmente desapasionada lo cual si no sabes ni papa de japonés redunda en aburrimiento. Por contra, los subtítulos en inglés son mucho más ricos en matices pero están redactados en un estilo medieval que no ayuda a los que no estamos acostumbrados a los textos anglófonos de esa época.

Dicho lo cual me parece una obra de arte impresionante y un estupendo remedio para el insomnio.
Easter Mill
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