Comedia etílica de moderada graduación dónde el director británico recupera el tono de la crítica social alrededor del suburbio escocés, aromado de malta fermentada. Una cinta sin pretensiones, casi humilde, llena de ternura hacia los personajes: todos perdedores, todos perdidos, todos desamparados pero todos con alma e ingenio. Una vez más, Loach bebe a la salud de esa clase popular y advenediza que protagoniza siempre sus películas, con un humor a veces estrepitoso pero con un absoluto respeto hacia esta colectividad.