La historia real del Essex siempre fue una historia muy interesante que fascinó a la sociedad del momento. Durante décadas la gente no hablaba de otra cosa, de cómo un grupo de marineros logró sobrevivir casi tres meses en alta mar en paupérrimas balsas balleneras. Aquel suceso marcó a toda una generación y alcanzó su momento culminante cuando un joven, que también había sido ballenero, decidió inspirarse en ella para escribir su obra más famosa: 'Moby Dick'. Hasta ahí todo bien.
'En el corazón del mar' es un fiel reflejo de lo que acabo de describir, un retrato de cómo un grupo de balleneros tuvieron que hacer frente a los elementos en medio del mayor desierto del planeta: el corazón del Pacífico. Pero la película dista casi tanto de la realidad como la célebre obra literaria que nació de ella. 'En el corazón del mar' es una interesante película de aventuras marinas, más próxima a 'Náufrago' que a 'Master and Commander', una superproducción que por desgracia, al menos en mi opinión, se queda a caballo entre la novela de Herman Melville y la cruda realidad del libro de Nathaniel Philbrick, un relato oscuro e hiperrealista en el que se analiza todo lo que debió suponer esta increíble epopeya para sus protagonistas. Porque 'En el corazón del mar' tiene cosas nuevas que no tiene el libro que adapta, algunas de ellas muy interesantes que constituyen grandes aciertos en el cambio de medio (la subtrama con el propio Melville, la mayor presencia del cachalote, tan protagonista como el primer oficial Owen Chase, al que da vida Chris Hemsworth...), pero también cosas que por desgracia son algo ya muy manido y que quizá la película pedía tratar de otra forma (la propia supervivencia en alta mar, los conflictos personales de los personajes, el triste desenlace real de sus protagonistas...). Al final, lo que tenemos es una película algo edulcorada, muy al estilo «made in Hollywood», y no algo más próximo a la historia real que pretende recrear.
En cualquier caso creo que, como película de aventuras marinas, estamos ante una obra muy digna que merece la pena ver, no como retrato fiel de un suceso sin duda extraordinario (para eso mejor leer el libro), sino como lo que es: una película que en última instancia lo que pretende es entretener. Porque no podemos olvidar que cine y literatura son dos mundos diferentes que, aunque se alimenten constantemente el uno del otro, no se pueden tratar JAMÁS por igual. Lo que funciona en uno no tiene porqué hacerlo en el otro. En este caso, el paso de texto a cine ha funcionado bien, no quizá tan bien como me habría gustado, pero no por ello voy a odiar una película con la que me lo pasé sinceramente genial.