La sensación tras ver la película bien se podría describir como una mezcla entre decepción, incredulidad y desconcierto. Decepción no sólo por el hecho de que estemos hablando de Brian de Palma sino porque alguien se tenga en tan poco aprecio como para llevar a cabo en una obra tal alarde de dejadez sin la voluntad de llevar a cabo algo mínimamente enriquecedor o tan siquiera correcto, pues dejadez la hay y mucha.
Existen a mi juicio múltiples razones para sentir indignación por las dos horas y los cinco euros robados. Podríamos empezar por la historia , llevada en este caso como una sucesión caótica, deslavazada y forzada de secuencias sin ninguna credibilidad en las que abundan los diálogos absurdos llenos de tópicos que de no ser por lo informe del conjunto podrían pasar por parodia del género. Se hace gala de un increíble grado de sobreactuación, aunque tampoco podemos pedir mucho a los actores vistos los diálogos. El final es un despropósito absoluto de serial de tarde en el que personajes secundarios empiezan a escupir los hilos que formaran el desenlace en el que el espectador, tan importante en el género, poco pinta. Como punto a favor encontré algunos planos en los que se nota la mano de un director que sorprende con esta película después de legar al cine algunas obras destacables con un tratamiento artístico más que correcto y escenas que serán recordadas.
Cualquiera diría que el argumento está basado en una novela (que no he leído) dado que la historia junto con los diálogos y los personajes es lo peor de la película. Podríamos poner múltiples ejemplos en el film : el tratamiento del compañero del protagonista, cierta escena del final con un objeto de valor, sobreactuaciones en la comida de dos personajes o con algún que otro movimiento de mantel (algunos ejemplos, hay más), las frases de serial barato en la última escena además de por toda la película, escenas que quedan literalmente suspendidas en el limbo de la inconexión, acompañamiento musical que en ocasiones chirría ...
En resumen, una película que se podría calificar, en un alarde de simplismo tan moderno hoy día, como de mala y un pequeño (o no tanto) tirón de orejas por mi parte para el amigo Brian de Palma, un gran director que espero que me vuelva a dejar buen sabor en su próximo trabajo.