Aunque al principio parezca un caótico sinsentido digno de Terry Gilliam, cuando se va aclarando la cosa te das cuenta de la original forma en que te han contado una historia. El coste de descubrirlo es pasar dos horas planteándote si realmente merece la pena esperar a que acabe la película, hasta que llegando al final aparece la explicación a todas las dudas que surgen a lo largo del metraje. Hasta que llega ese momento el espectador está tan perdido como el propio protagonista de la historia. Mil historias en una sola, como en los libros de elige tu propia aventura.