"Yo ni chen", que quiere decir "Este es el destino que te has buscado". Carallo.

Es curioso lo de los idiomas orientales. Más curioso es lo de las películas, en los que, quiera o no, un servidor siempre tarda en entrar, si entra. En esta, basta un inicio atropellado donde cuatro o cinco caras cruzan la pantalla a cámara lenta, rápida, normal, en blanco y negro y en sepia, para que la ubicación en el filme por mi parte lleve un rato.

Y es que la narración orquestada por los directores trata siempre de ser ágil, sirviéndose del montaje. Pero por momentos se pasa de ágil, y por momentos se queda a las puertas de lo ágil. De todas formas, tras un tramo de desconcierto y asentamiento, consigue entrarse en la película y aún se puede disfrutar un buen rato. Con una buena trama policial, presentada con clase y estilo, articulada con ritmo y acompañada por una banda sonora molona.

Infernal Affairs tiene bastante gancho, y alcanza momentos de lograda intensidad (escenaza la del ascensor). Pero también tiene sus fallos. El más salientable: un par de momentos que tratan de ser sentimentales (música de una china cantando) que no pegan ni con cola con la tónica del resto de la película, del todo inverosímiles. ¿En serio había que tomarse en serio esa torpe sucesión de flashbacks frente al cadáver sobre el taxi?

Parece también que la fuerza de algunas imágenes está directamente sustraída de la yugular de unos personajes que, si bien tienen un desarrollo interesante, se pasan demasiado tiempo en modo carapalillo de comer arroz.

Para terminar, diré que si las comparaciones son odiosas, más las debería odiar el guionista hongkones que el americano. El primero no fue muchísimo más allá de la buena y original idea, pero el segundo supo explotarla y dotarla de profundidad y detalle notablemente.
Además, el carisma de Nicholson no lo tiene cualquiera. Ni cualquiera ni nadie.