En un principio le puse un 7, pero ya digerida, considero que un 7 le viene grande.

Realmente, lo que presuntamente viene siendo la piedra angular de la película, el mundo paralelo de un juego online, no es más que un pretexto para introducir en este filme la "modernez" de alternar imágenes de animación en 3D con imánes reales, recurso original, pero a veces sobreexplotado, al igual que ese montaje esquizoide que se empeña tanto en recrear agobio, tensión, y desorientación, que acaba resultando más cargante que estimulante.

Así que poca relación guarda Ben X con los juegos online. Éstos son un ingrediente más en un drama de actualidad, donde se trata un tema algo manido ya: el acoso escolar. En este caso, no faltan los ingredientes de rigor: los puteadores, el puteado, la gente que en parte intenta ayudar al puteado, y el puteo. Puteo llevado hasta el extremo, teniendo como única pretensión el efectismo, que hace dudar de la veracidad de los hechos narrados. Vale, la impotencia del protagonista está perfectamente transmitida, pero como adolescente que soy debo decir que la historia de acoso aquí narrada va muy allá. Vamos, que está exagerada. Y espero no equivocarme al afirmarlo.

Como ingrediente especial se añade el autismo, cuya esencia principal está perfectamente plasmada en pantalla. Casi conseguimos adentrarnos en la mente de un autista y ver las cosas como el las ve. También hay tiempo para la historia de amor adolescente, bastante curiosa.

Greg Timmermans está más que bien encabezando un reparto que merece un "bien". La banda sonora hace juego con los agobiantes juegos de cámara y montaje, que por momentos recuerdan a los de Saw. Y el final, a pesar de ser tan ocurrente (aunque en teoría, si está basada en hechos reales, pocas ocurrencias son necesarias) como contundente, en parte se ve venir, no tanto el primer giro argumental (hay dos) como el segundo.

Película no tan original como parece, entretenida, y que parece lograr lo que pretende, que tampoco es demasiado.