“This Is England” muestra sus cartas ya desde el comienzo, cuando una batería de escenas que acompañan a los títulos de crédito muestran el descontento del pueblo frente a ciertas polémicas medidas puestas en marcha por Margaret Thatcher – reformas sociales, Guerra de las Malvinas- que, con especial repercusión para la clase obrera, marcarán el rumbo sociopolítico de la Inglaterra de principios de los 80, época en la que discurre la película.

Acto seguido es presentado Shaun, niño de extracción humilde sistemáticamente rechazado en el colegio por su aspecto y vestimenta. A pesar de un carácter endiablado que le impide ser objeto de avasallamientos, las burlas hacen mella en su espíritu y día tras día retorna cabizbajo a casa; es en uno de estos trayectos cuando conoce a un grupo de chavales de apariencia skinhead que le consuelan y aceptan como uno de los suyos. Ya no está solo, ni se siente rechazado. Es feliz.

El problema surge con la llegada de Combo, expresidiario sonado que distorsionará las relaciones entre el grupo de amigos cuando empieza a exigirles mayores niveles de compromiso con una ideología radicalizada que el resto ya no asume como propia (están unidos más por un modo de vestir y actuar y una música determinadas que por la vertiente política); es el causante de una escisión a la que se adherirán solo tres de ellos, casual y reveladoramente, aquellos que tienen menos experiencia o inteligencia.

Shaun se queda con Combo; le resulta halagador haber reaccionado ante sus palabras y haberse ganado con ello su respeto, pero no advierte su propia falta de elementos de juicio sobre lo que ocurre a su alrededor, su ausencia de conocimiento. Para él es una vuelta de tuerca a las sorprendentes aventuras que de un tiempo a esta parte está viviendo y puede que lo vea como subir un peldaño en el escalafón, pero no se da cuenta de que está siendo manipulado.

Un terrible acceso de locura es el que marca el tramo final del filme y de una serie de experiencias inolvidables que marcan el paso a la madurez de alguien cuya figura hace pensar en un crío, pero cuya mirada transmite el cansancio de alguien de mucha más edad.