A principios de la década de los 80 nació un personaje mítico e inolvidable: John Rambo. Le pese a quien le pese (sobre todo a críticos sabihondos y gafapastas), con este filme se inició una auténtica fiebre planetaria por el personaje al que daba vida Sylvester Stallone y, además, dio origen a dos secuelas más y a una cuarta parte hace poco tiempo. Personalmente, creo que la saga Rambo es una de las más infravaloradas de la historia del cine, ya que no se merece las iras de más de un espectador ni tampoco los numerosos sketchs y estúpidas paridas que han protagonizado más de un cómico de medio pelo queriendo ridiculizarla (sobre todo con esa frasecita de marras de “no siento las piernas”).

Dejando a un lado estas cuestiones, tiene que haber muy poca gente que no haya visto este filme o sus secuelas. No obstante, os comento un poco en mi crítica de qué va. John Rambo es un ex-veterano de la Guerra de Vietnam, un soldado experto en técnicas de supervivencia y guerra de guerrillas, que regresa a su país tras el término de la guerra. En un pueblecito cualquiera de Estados Unidos, un policía lo provoca y le “invita” a irse del lugar. Rambo, dolido en su orgullo, decide pasar de él y es detenido. A partir de ahí comienza un calvario para nuestro protagonista, pues la policía se ensaña con él hasta que termina explotando y desencadenando un espiral de violencia (en el cual, los policías pasan de ser cazadores a ser cazados).

“Rambo: Acorralado” no es solamente una película de acción de la época, eso es lo que dicen aquellos críticos de cine e intelectuales de pacotilla que necesitan siempre creerse más listos que nadie. El guión tocó un tema tan espinoso como la vuelta a casa de los soldados que habían perdido una guerra en un momento bastante polémico (lo hizo sólo 7 años después de que terminara la Guerra de Vietnam). Y hablando ya de lo estrictamente cinematográfico, ese comienzo cuando Rambo llega al pueblo y la policía lo trata peor que a un perro es cine de muchos quilates… las escenas de Rambo caminando por la carretera con el petate mientras suena ese temazo de “It's a Long Road”, la del sheriff acosándolo desde el coche patrulla o la fuga de la comisaría son simplemente obras de arte (incluso han sido plagiadas o imitadas en numerosas cintas posteriores). Y eso sin nombrar otras que están francamente bien como la “cacería” en el bosque o el “saltito” desde el acantilado.