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Voto de Jinete nocturno:
7
5,6
25.348
Terror. Fantástico. Intriga
Rose es una joven madre (Radha Mitchell) que trata de encontrar curación para su hija enferma. Incapaz de resignarse al diagnóstico de los médicos que proponen internarla de forma permanente en un centro psiquiátrico, Rose huye con su hija hasta llegar a una ciudad aparentemente desértica. (FILMAFFINITY)
25 de febrero de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que cada vez que oyes que cierto estreno es la adaptación de no-se-que videojuego te pones bajo la protección de San Judas (patrón de las causas perdidas) y procuras mantenerle bien alejado del cine. Y no me extraña... Mortal Kombat, House of the Dead, Mario Bros; “maravillas” cinematográficas... Al fin y al cabo, qué cojones: ¿qué se puede esperar de la adaptación de dos muñecos soltándose hostias o saltando sobre setas gigantes, Ciudadano Kane?
Y sin embargo, Silent Hill es una excepción. Sin ser completamente coherente, la saga Silent Hill nos presenta un universo elaborado y extraordinariamente complejo y unas tramas argumentales en algunos casos soberbias. Después de todo, y no deja de ser irónico, Silent Hill bebe argumentalmente (es más que sabido) de algunas de películas de Terror tan originales e inspiradas cómo “El Carnaval de las Almas” y “La Escalera de Jacob”, a las que se hacen descarados homenajes.
Así que, y sin que sirva de precedente, esta película sí tenía una base, un “de donde sacar”. Es más, el problema, más que la falta de argumento, era el exceso: la necesidad de simplificar la trama y hacerla encajar en dos horas de metraje de forma que fuese comprensible al “no iniciado”.
Y ahí han fracasado estrepitosamente. Porque, sintiendo mucho, dudo que nadie que no conozca la saga haya sido capaz de entender ni la mitad del argumento.
El guión, es verdad, tiene grandes aciertos: el personaje de Alessa, leitmotiv, razón y corazón del universo Silent Hill, que en los juegos resulta algo ambiguo y desdibujado, tiene aquí una carga trágica de connotaciones fáusticas que resulta fascinante. Además, y es algo muy acertado, frente a la calculada ambigüedad con la que el juego trata “la Orden”, describiéndola como un extraño culto de estilo lovecraftniano supuestamente pagano, pero dotado de una iconografía “sospechosamente” cristiana, aquí, de manera mucho más clara y coherente, se nos muestra como una horda de cristianos fundamentalistas al mejor estilo “Ágora” empeñados en purificar a todo quisqui base de hoguera –impagable el personaje de Cristabella-. Y es que lo más interesante de la película es esto: la astuta forma en la que satiriza la intransigencia y fanatismo religioso que ha caracterizado al cristianismo (no únicamente, lo sé) convirtiendo a Alessa, la supuesta “bruja” encarnación del Mal absoluto, en una heroína oscura ansiosa de justa venganza –no pude evitar aplaudir en cierta escena final; así de sádico es uno-.
Sin embargo, y junto a estos aciertos, el guión peca gravemente de falta de claridad (cómo ya dije, a los “no iniciados” el final les resultará totalmente incomprensible) y de de demasiadas concesiones a la galería–esto es sin duda lo peor-, como la presencia de monstruos sacados directamente de los videojuegos como el famoso “Piramid Head”, que no aportan nada salvo confusión.
En resumen, una película fallida, sí, pero con algunos hallazgos notables. Una lástima.
Y sin embargo, Silent Hill es una excepción. Sin ser completamente coherente, la saga Silent Hill nos presenta un universo elaborado y extraordinariamente complejo y unas tramas argumentales en algunos casos soberbias. Después de todo, y no deja de ser irónico, Silent Hill bebe argumentalmente (es más que sabido) de algunas de películas de Terror tan originales e inspiradas cómo “El Carnaval de las Almas” y “La Escalera de Jacob”, a las que se hacen descarados homenajes.
Así que, y sin que sirva de precedente, esta película sí tenía una base, un “de donde sacar”. Es más, el problema, más que la falta de argumento, era el exceso: la necesidad de simplificar la trama y hacerla encajar en dos horas de metraje de forma que fuese comprensible al “no iniciado”.
Y ahí han fracasado estrepitosamente. Porque, sintiendo mucho, dudo que nadie que no conozca la saga haya sido capaz de entender ni la mitad del argumento.
El guión, es verdad, tiene grandes aciertos: el personaje de Alessa, leitmotiv, razón y corazón del universo Silent Hill, que en los juegos resulta algo ambiguo y desdibujado, tiene aquí una carga trágica de connotaciones fáusticas que resulta fascinante. Además, y es algo muy acertado, frente a la calculada ambigüedad con la que el juego trata “la Orden”, describiéndola como un extraño culto de estilo lovecraftniano supuestamente pagano, pero dotado de una iconografía “sospechosamente” cristiana, aquí, de manera mucho más clara y coherente, se nos muestra como una horda de cristianos fundamentalistas al mejor estilo “Ágora” empeñados en purificar a todo quisqui base de hoguera –impagable el personaje de Cristabella-. Y es que lo más interesante de la película es esto: la astuta forma en la que satiriza la intransigencia y fanatismo religioso que ha caracterizado al cristianismo (no únicamente, lo sé) convirtiendo a Alessa, la supuesta “bruja” encarnación del Mal absoluto, en una heroína oscura ansiosa de justa venganza –no pude evitar aplaudir en cierta escena final; así de sádico es uno-.
Sin embargo, y junto a estos aciertos, el guión peca gravemente de falta de claridad (cómo ya dije, a los “no iniciados” el final les resultará totalmente incomprensible) y de de demasiadas concesiones a la galería–esto es sin duda lo peor-, como la presencia de monstruos sacados directamente de los videojuegos como el famoso “Piramid Head”, que no aportan nada salvo confusión.
En resumen, una película fallida, sí, pero con algunos hallazgos notables. Una lástima.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Para aquellos que no conozcan el universo Silent Hill, y de manera muy simplificada, daré un puñado de claves que quizás ayuden a “pillar” la película.
- Existen básicamente dos Silent Hill. Uno es el objetivo, el real: un pueblo abandonado a causa de un gran incendio que, por lo demás, no tiene nada de particular. Luego está el Silent Hill “percibido” o “alternativo”, aquel que creen ver los personajes protagonistas de las distintas historias que allí ocurren. Éste en un pueblo espectral, de pesadilla, poblado por criaturas monstruosas y perpetuamente cubierto de niebla. Pero éste no es real: está solamente dentro de los personajes. De hecho, los monstruos de cada uno de los juegos, siempre distintos, son las manifestaciones de los terrores de cada uno de los protagonistas. En el segundo juego, por ejemplo, el protagonista oculta un terrible secreto relacionado con su esposa, y todos los “monstruos” que le martirizan son femeninos, carecen de rostro y están llenos de evidentes connotaciones sexuales. El tercero está protagonizado por una adolescente, y, curiosamente, varios de los monstruos recuerdan sospechosamente a enormes penes. Silent Hill, por tanto, más que un lugar físico, es un estado espiritual. Es, por así decirlo, el infierno en la Tierra en donde se nos muestran nuestros más ocultos terrores y nuestros más pútridos deseos.
-El Silent Hill “alternativo” está dividido a su vez, un poco como los diferentes anillos del infierno de Dante, en varios “niveles”. Existe el “nebuloso”, que sería un estado de irrealidad leve, donde la razón aún contiene en parte a nuestros demonios, y existe el de fuego, herrumbre y sangre, donde nuestros temores se desatan totalmente y nos dominan. En ese sentido, es muy clarificadora “La Escalera de Jacob”, que recomiendo ver (entre otras cosas, porque es infinitamente superior a esta película).
-Aunque esto no está claro y quizás no todos estén de acuerdo, se deduce de las referencias a “La Escalera de Jacob” y a “El Carnaval de las Almas” que todos aquellos que “entran” en Silent Hill están en realidad muertos (así era en ambas películas). Desde luego, eso es lo que interpreta el guionista de esta película. Sólo hay que fijarse en el detalle de que los personajes sufren graves accidentes de los que salen sospechosamente indemnes. Eso explicaría además el “desconcertante” final de la película y que los personajes permanezcan eternamente atrapados en la “zona nebulosa”.
-Alessa no crea el Silent Hill “alternativo”, sino que solamente, con su poder, lo potencia y le añade su “toque personal”. Parte de la iconografía del Silent Hill es representación de los propios temores de Alessa y de sus espantosas vivencias, sí. Pero, repito: es el alma atormentada de los “visitantes” de Silent Hill lo que hace que este cobre forma. En este sentido, ella solo pone frente a ellos un espejo en el que ven reflejadas sus almas.
- Existen básicamente dos Silent Hill. Uno es el objetivo, el real: un pueblo abandonado a causa de un gran incendio que, por lo demás, no tiene nada de particular. Luego está el Silent Hill “percibido” o “alternativo”, aquel que creen ver los personajes protagonistas de las distintas historias que allí ocurren. Éste en un pueblo espectral, de pesadilla, poblado por criaturas monstruosas y perpetuamente cubierto de niebla. Pero éste no es real: está solamente dentro de los personajes. De hecho, los monstruos de cada uno de los juegos, siempre distintos, son las manifestaciones de los terrores de cada uno de los protagonistas. En el segundo juego, por ejemplo, el protagonista oculta un terrible secreto relacionado con su esposa, y todos los “monstruos” que le martirizan son femeninos, carecen de rostro y están llenos de evidentes connotaciones sexuales. El tercero está protagonizado por una adolescente, y, curiosamente, varios de los monstruos recuerdan sospechosamente a enormes penes. Silent Hill, por tanto, más que un lugar físico, es un estado espiritual. Es, por así decirlo, el infierno en la Tierra en donde se nos muestran nuestros más ocultos terrores y nuestros más pútridos deseos.
-El Silent Hill “alternativo” está dividido a su vez, un poco como los diferentes anillos del infierno de Dante, en varios “niveles”. Existe el “nebuloso”, que sería un estado de irrealidad leve, donde la razón aún contiene en parte a nuestros demonios, y existe el de fuego, herrumbre y sangre, donde nuestros temores se desatan totalmente y nos dominan. En ese sentido, es muy clarificadora “La Escalera de Jacob”, que recomiendo ver (entre otras cosas, porque es infinitamente superior a esta película).
-Aunque esto no está claro y quizás no todos estén de acuerdo, se deduce de las referencias a “La Escalera de Jacob” y a “El Carnaval de las Almas” que todos aquellos que “entran” en Silent Hill están en realidad muertos (así era en ambas películas). Desde luego, eso es lo que interpreta el guionista de esta película. Sólo hay que fijarse en el detalle de que los personajes sufren graves accidentes de los que salen sospechosamente indemnes. Eso explicaría además el “desconcertante” final de la película y que los personajes permanezcan eternamente atrapados en la “zona nebulosa”.
-Alessa no crea el Silent Hill “alternativo”, sino que solamente, con su poder, lo potencia y le añade su “toque personal”. Parte de la iconografía del Silent Hill es representación de los propios temores de Alessa y de sus espantosas vivencias, sí. Pero, repito: es el alma atormentada de los “visitantes” de Silent Hill lo que hace que este cobre forma. En este sentido, ella solo pone frente a ellos un espejo en el que ven reflejadas sus almas.