Dicen mal los que no la ven como una metáfora de una vida cruda, triste, con intervalos de luz y oscuridad, sino como un drama simple con aventuras. Es la aventura de la vida lo que se retrata, pero cuando El Macedonia dispara contra El Fantasma, la muerte hace su abordaje y ya es la aventura del más allá, de la fantasía, lo poético, Milton y los superhombres soplando entre el velamen para crear más brumas y los malhechores convirtiéndose en héroes entre niebla y tabaco, promesas de riqueza y sueños de escapar. Luego al final, en vez de la esperanza, nos regalan un poco de amor, como si fuéramos niños, porque la caja de Pandora se cierra ante una isla redentora que sólo ven los protagonistas pero que nosotros tenemos que adivinar entre las brumas de sus ojos.