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El lobo de mar

Aventuras. Drama Dos náufragos fugitivos de la justicia, una mujer y un novelista, son recogidos en alta mar por el capitán Wolf Larsen, que gobierna su barco como un tirano y que considera que la piedad es un signo de debilidad. Muy pronto los náufragos se dan cuenta de que en realidad son sus prisioneros. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
1 de julio de 2009
38 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película dirigida por Michael Curtiz, escrita por Robert Rossen sobre la historia de Jack London, e interpretada por Edward G. Robinson sólo puede salir mal por un extraño milagro. Y aquí gracias a Dios no lo hay.

Es una película de aventuras, sí. Pero de aventuras de gentuza. Es lo que se topaba Jack London en sus viajes marítimos, y así lo refleja. Parece el contrapunto a "Capitanes intrépidos". La escoria juntándose en un barco fantasmal, con nombre fantasmal y un capitán que es un fantasma. A los dos minutos de película, y antes de que aparezca el barco, ya sabes el aura maldita que lo rodea.

A destacar ese ambiente nebuloso que acompaña toda la travesía, y la extraordinaria capacidad de elipsis argumental para contarte en ochenta minutos lo mismo que hoy en día cuentan en doscientos.
Gilbert
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6 de febrero de 2008
35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Edward G Robinson hace de malo, lo borda, ojo que de bueno es también un monstruo; En definitiva es uno de los grandes, en esta adaptación de una obra de Jack London de Michael Curtiz del que su siguiente film es Casablanca.
Los personajes son gentuza de mar, delincuentes de la peor ralea que bajo mando de el Capitan Larsen surcan el Pacífico en una huida hacia delante.
A destacar John Garfield e Ida Lupino como fugitivos que van a parar sobre la borda del " Fantasma ". Alexander Knox, hombre bueno e ilustrado, sostiene charlas duras y francas con E.G.R., que le hubieran costado el pellejo a cualquier otro que osase decirle a la cara las cuatro verdades, Ida Lupino y Garfield están magníficos y Barry Fitzgerald( el cocinero )(el cochero de el hombre tranquilo, otro gran actor que hace de bueno y de malo sin despeinarse). Hace el papel común de escoria que puebla el barco, el curso de los acontecimientos, es magistral, el humillante asunto del médico borracho, la ceguera, el motín, las escenas de acción, sobretodo las peleas son de lo mejor que se ha visto, el capitán Larsen se atreve en un momento dado con toda la tripulación y casi les tumba a todos.
Ah!, no se olviden las caras de sádico que pone, como disfruta viendo pelearse a su tripulación;
Lo dicho, una gran película.
HENDERSON
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3 de agosto de 2010
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ando indeciso entre calificar el film como película de aventuras con tintes psicológicos o a la inversa. La calificación “en vivo y en directo” y dentro del contexto internacional vigente en el año de su estreno hubiese resaltado el carácter dictatorial de su personaje principal, el Lobo Larsen, y establecido semejanzas y comparaciones con políticos megalómanos. Hoy el efecto “historia” ha menguado considerablemente pero aun así resulta evidente el conflicto psicológico de un personaje que, siguiendo el pensamiento de Milton en El Paraíso Perdido, prefiere ser señor de los infiernos a súbdito del Cielo, y con el que Jack London pretendía atacar la filosofía del superhombre de Friedrich Nietzsche.

The Sea Wolf es una de las varias adaptaciones cinematográficas de la novela de Jack London y, según cuentan, la mejor. Sin establecer escalafones les aseguro que se trata de un muy bien film de visión obligada, y a ser posible con repetición, para valorar mejor tanto el excelente trabajo fotográfico de Sol Polito, uno de esos genios a revisar, como las actuaciones de Edward G. Robinson y John Garfield. El guión de Robert Rossen (El Político) difumina, respecto al libro, el personaje de Van Weyden (Alexander Knox) y en la misma medida engrandece el de Larsen (Edward G. Robinson) y su repertorio de gestos, muecas y ademanes varios, dejándolo a muy poca distancia de aquel Capitán Bligh de la Bounty interpretado por Charles Laughton.

Junto a E.G.Robinson un John Gardfield a quien, por lo visto y oído a otros colegas de críticas, estoy empezando a poner en su sitio y de quien me han recomendado expresamente Body and Soul. Punto y aparte para los buenos trabajos de Barry Fitzgerald y Gene Lockhart, magistral el primero y sobrecogedor el segundo. El punto femenino lo pone Ida Lupino en un papel que aun viniéndole bordado no le concede demasiadas posibilidades interpretativas.

Curioso microcosmos humano similar al de Náufragos de Hitchcock, con el lobo Larsen aullando sobre el puente de mando del Ghost, genio y figura hasta el naufragio. El conflicto interior de un hombre capaz de leer El origen de las especies, Las obras de Edgard Allan Poe o El Paraíso Perdido al tiempo que destila todo su sadismo sobre la tripulación a su mando. Nieblas sobre las aguas y también sobre las almas. Las dos magníficamente recreadas.
FATHER CAPRIO
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16 de marzo de 2014
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos films de aventuras he visto tan sórdidos y claustrofóbicos como “El lobo de mar”, es difícil encontrar una película, donde los personajes resulten tan antipáticos y desagradables como en esta. Ni siquiera la pareja formada por George Leach (John Garfield) y Ruth Brewster (Ida Lupino) consigue establecer una comunicación afectiva: George resulta demasiado altanero como para provocar empatía; Ruth oculta demasiadas cosas sobre sí misma para despertar adhesión. ¿Y qué decir de los demás personajes? El “Lobo” Larsen (E. G. Robinson) un hombre espiritualmente cultivado, pero cruel y despiadado que ejerce la tiranía sobre los tripulantes del “Ghost”, un barco que hace honor a su nombre, fantasma; el estoico escritor Van Neyden (Alexander Knox) un hombre egoísta que busca la redención para dar sentido a su vida; tampoco los secundarios son mejores que ellos: cejijuntos, taciturnos, delatores, traidores, ambiciosos, todos ellos representados por el repugnante cocinero “Cooky” (Barry Fitzgerald).

Este es el motivo, en mi opinión, de que este film de aventuras sea de los menos populares de Hollywood, Curtiz dirige con maestría este film sombrío y nada vitalista, claustrofóbico hasta el ahogo, abundan más los planos del barco emergiendo de entre espesos bancos de niebla que los planos navegando bajo el sol, pues la aventura es interior (cuando se proyecta hacia afuera es cuando afloran los más bajos sentimientos) no hay grandes ideales ni grandes gestos, todos huyen de algo o alguien, y para colmo Michael Curtiz parece empeñado en darle al relato un tono de “cine negro” vertiente nihilista. Quizá influido por el pesimista guión de Robert Rossen, que no se justifica por respeto literal a la magnífica novela de Jack London, publicada en 1904. Obra que posee un vitalismo que no aparece en la película.

Si hubiera unas normas para el cine de aventuras, “El lobo de mar” sería un film hecho contra esas normas, o al menos a contracorriente de ellas. Por suerte no es así, y la aventura, como todo lo que realmente cuenta o importa, carece de normativa: si ésta intentara imponerse, transgredirla sería misión de cineastas dignos de tal nombre. Pero aunque no existan reglas, diríase que el cine de aventuras más considerado: es el que relata grandes gestas y grandes heroísmos, en el que abunda el humor y se respira vitalidad a través de sus imágenes, es aquel en el que los personajes miran hacia grandes objetivos, es decir, lo contrario de “El lobo de mar”. Sin embargo, también existe otra aventura, quizá menos frecuentada por el cine y más por la literatura, que apunta hacia las zonas oscuras del ser humano y el lado oscuro de la vida, y para encontrarla no hace falta recurrir a Melville, Conrad o Poe, está agazapada incluso en Kipling, Stevenson, Verne, Twain o el propio Jack London. Después de lo expuesto, me parece un film interesante en el aspecto técnico y con grandes interpretaciones.
Antonio Morales
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2 de septiembre de 2009
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La soberbia a veces brota del enaltecimiento exagerado de un talento, y entonces, se llega a creer que los demás son inferiores y que nos deben pleitesía. Pero, más comúnmente, la soberbia es un frágil escudo que, aquel ser que por años se ha sentido inferior, se pone como una coraza con la que busca tener control sobre sus semejantes.

Cuando el soberbio ha alcanzado el nivel del tirano, hace acopio de toda su bajeza... y con furia ciega, con crueldad sin límites e intolerancia extrema, pisotea cuando sea y a quien sea, si siente que esto es necesario para imponer su dominio.

Se necesita una gran fuerza interior y un espíritu de dócil transparencia, para conseguir ver en el soberbio esa soledad corrosiva, ese afán profundo de ser querido, y esa amarga tristeza que, día a día, va corroyendo su cuerpo y calcinando su alma.

Un hombre de esta clase es, “Lobo” Larsen. Eternizado en la novela, "The Sea Wolf", que, Jack London, publicara en 1904, donde lo conocemos durante un viaje en el que a su barco llegan singulares visitantes, habrá un osado escritor llamado, Humphrey van Wayden, quien se encargará de describir en su propia cara, los rasgos psicológicos, y claramente patológicos, que caracterizan sus actos.

"Lobo" Larsen, es un fiel retrato de la triste figura que se consume lentamente en la hoguera del odio y de la maldad, y esta es la gran virtud de este filme non action, pero, con un enorme torbellino de sentires que luchan por sobrevivir en un medio donde la hostilidad es un manto que los envuelve a todos.

Con un guion firmado por Robert Rossen, el director húngaro-americano, Michael Curtiz, consigue un filme de amplia solidez narrativa, con caracteres humanos en los que pesa la culpa, la marginalidad y el desafecto. Resultará difícil ver a, van Wayden, como un héroe, pues, no es eso lo que él pretende... pero, cuando se entiende que, al desnudar los entresijos emocionales del personaje protagónico de su nuevo libro deja al descubierto la raíz de su poder, un "héroe", de palabra efectiva y hábil psicología, surge al paso para transformar la historia.

Edward G. Robinson, consigue una ferviente y sentida caracterización como Wolf Larsen, logrando profundos matices que nos llevan de un extremo a otro en nuestras emociones; y un buen conjunto de actores, entre los que sobresalen, Barry Fitzgerald, recreando al cocinero; y Gene Lockhart, como el médico de a bordo, hacen de, <<EL LOBO DE MAR>>, un verdadero clásico cinematográfico, retomado por otros directores al menos en tres ocasiones más.

Razón tenía, Francisco de Quevedo, cuando escribió:
“La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió”.
Luis Guillermo Cardona
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