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España España · Albacete
Voto de Juan Pablo:
7
Drama Drama sobre la relación adúltera de Sarah, una mujer israelí que dirige un café en el oeste de Jerusalén, y Saleem, palestino de Jerusalén Este que trabaja como repartidor. Sus cónyuges se vuelven conscientes de los engaños de sus parejas después de que Saleem y Sarah se peleen en público, lo que sitúa a Saleem en el punto de mira de las fuerzas de seguridad israelíes. (FILMAFFINITY)
27 de agosto de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Muayad Alayan presenta en la notable ‘Los informes sobre Sarah y Saleem’, la relación adúltera entre Saleem, que trabaja como repartidor y Sarah que regenta una cafetería. Van a dar rienda suelta a sus instintos más primitivos de noche, al término de su jornada laboral, en la parte trasera de la furgoneta con la que Saleem realiza sus entregas. Encuentran algo de morbo en esta relación clandestina, marcada por fugaces pero intensos encuentros sexuales.

Lo singular de este relato vital surge de las respectivas condiciones de sus protagonistas. Palestino él, israelí ella, que además esta casada con un coronel del ejército. Lo que no deja de ser un mero devaneo, una infedelidad más, adquiere tintes dramáticos cuando tras un incidente de la pareja en Belén, la inteligencia Palestina primero, y la israelí después, van a focalizar su atención en este desafortunado árabe.

A partir de estas relaciones humanas, cotidianas, ancestrales, viejas como la civilización misma, Alayan tiene el talento para diseccionar las anomalías que aquejan a un lugar, marcado por el interminable conflicto entre árabes e israelíes. La acción se sitúa en Tierra Santa. Jerusalén es el escenario de este drama con evidentes intenciones reivindicativas. El este de la ciudad árabe, el oeste mayormente israelí. Colindantes, cercanos en lo físico y a la vez tan alejados en todo lo demás.

Los pecados de la ocupación, la necesidad del trapicheo para subsistir, la obligación de burlar un muro que separa poblaciones haciendo imposible la vida de tanta gente, son mostrados con cirugía poco invasiva pero de gran eficacia. Hablan los sentimientos, las reacciones de los personajes, en una puesta en escena carente de maniqueísmos.

Israel vive en permanente estado de alerta. Su seguridad es el principal objetivo. Comprensible si vemos un mapa y observamos como está el vecindario. Sin embargo, la paranoia aqueja a aquella sociedad. Su innegable éxito, riñe con lo interino de un estado de cosas amoral. Y encuentra retrato en el marido de Sarah, militar de carrera, que va a contemplar la infidelidad de su esposa desde parámetros diferentes a los del corazón.

En ‘Los informes sobre Sarah y Saleem’, su creador toma partido. No da puntada sin hilo en su desarrollo. Expone su visión de las cosas. Él mismo procede de una familia que tomó el camino del exilio tras la guerra de 1948. No es neutral. Conste que nunca he creído en la objetividad. Me sabe a utópico ese vano deseo de la imparcialidad.

Agradezco a su autor que la exposición de motivos aluda a la sutileza. Que el trazo grueso no impida atisbar los matices. Un palestino de nacimiento, sacando adelante una película de semejantes características, sigue constituyendo un rara avis. Y el escenario atesora un aura legendaria. Tanta disputa e historia sobre una geografía esquelética. Palestina es muy pequeña.
Juan Pablo
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