Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Kyrios:
8
Drama Para poder escapar de un campo de concentración, una mujer desesperada acepta casarse con un pescador de una pequeña isla llamada Stromboli. Pero escapar de una prisión la lleva al final a meterse en otra, y su vida en la isla es también una condena. (FILMAFFINITY)
14 de marzo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Querido Señor Rossellini, He visto sus películas Ciudad abierta y Paisà y las disfruté muchísimo. Si usted necesita a una actriz sueca que habla inglés muy bien, que no ha olvidado su alemán, que no es muy entendible cuando habla en francés y que en italiano sólo sabe decir “Ti amo”, entonces he de decir que estoy dispuesta a ir a hacer una película con usted” Ingrid Bergman.

No es ninguna sorpresa revelar que la idea del sacrificio es una constante temática que surge con reiteración en la obra del cineasta italiano Roberto Rosellini, incluso antes de que el director realizará lo que conocemos como trilogía neorrealista, con sus primeros films netamente fascistas, como nave Bianca o Un piloto regresa. En Roma, ciudad abierta, película realizada en 1945 cuando el país aún estaba en guerra, encontramos el sacrificio que realiza el personaje del cura interpretado por Aldo Fabrizi, que es fusilado por los nazis. Un año más tarde el director italiano nos mostraba en Paisà el sacrificio de Carmela Sazio, que salvaba a los soldados americanos aún a costa de su vida, y además irónicamente resultaba que los propios norteamericanos deducían que Carmela se había comportado como una traidora. Dos años más tarde, en Alemania año cero (1948) el director se trasladaba a Alemania para rodar una película en la que el joven Edmund, un niño alemán que mendigaba en plena posguerra, cometía un suicidio al lanzarse desde lo alto de un edificio al final de la película. Era una manera en la que Edmund expurgaba los pecados que habían cometido las generaciones más mayores durante la guerra.

Strómboli, tierra de Dios es quizá un sacrificio continuo. La película fue duramente criticada en el año de su estreno y por motivos muy diversos. En los Estados Unidos (por cierto, los países extranjeros , como los Estados Unidos, fueron siempre los primeros países que supieron apreciar los films de Rossellini, y hasta que no se reestrenaron en Italia después de la gran acogida fuera de esta, los propios italianos habían dejado pasar inadvertido los films de Rossellini) la censura estuvo muy presente, debido al escándalo que suponía que Ingrid Bergman abandonara los Estados Unidos para caer en las manos sentimentales de Rossellini (que aún tenía una relación con Anna Magnani; paradojícamente esta rodó con el alemán William Dieterle una película titulada Vulcano…sobran las palabras), sin que los dos compartieran un matrimonio. Razones más cinéfilas argumentaban que Rossellini estaba abandonado el movimiento (si es que podemos definir el neorrealismo como movimiento) que él mismo había iniciado. Es cierto que Rossellini estaba realizando películas que cada vez tenían menos conexión con su trilogía neorrealista, pero en realidad, como bien relata Martin Scorsese en su magnífico documental, mi viaje a Italia, Rossellini estaba evolucionando como cineasta.

Como decía el sacrificio resulta continuo en Strombóli. Rossellini se adentró en la historia personal de una muchacha interpretada por Ingrid Bergman que ve una buena oportunidad en aprovecharse de un casamiento con Antonio, interpretado por Mario Vitale, un joven pescador de un pequeño pueblo en una isla recóndita en Italia. El problema es que el personaje de Bergman sale de un infierno para caer en otro. El pueblo de Estrombóli (Rossellini se fijó en un pueblo que realmente existía, y que estaba determinado por una geografía muy determinada, pues el pueblo estaba y está siempre bajo el peligro de las actividades volcánicas de la zona) es un enclave en el que el mundo parece haberse detenido desde hace siglos. El personaje de Bergman no encaja en el ambiente de la zona desde el primer minuto, y poco a poco se irá ganando enemigos por todo el pueblo, que ven a la extranjera como un auténtico deje de vicios. Lo que realmente le interesa al director es fijarse en el drama personal de Bergman, un personaje que sufre un continuo rechazo por culpa de una sociedad que es incapaz de aceptar como normal conductas del personaje femenino de Bergman como tener amigos masculinos fuera de la relación sentimental o salir de casa sola para visitar a una marginada excluida de la aldea. Lo que comportará que el propio Antonio acabe castigando físicamente a su mujer. El clímax final del sacrificio al que se ve sometida nuestra protagonista (que pese a que tratá de huir del pueblo, no tiene el suficiente dinero para marcharse) termina con una magnífica secuencia en la que Bergman sube metáforicamente al volcán. Ahí caerá en una especia de trance al caer desplomada de sueño y cansancio, y recibirá un mensaje casi divino (recordemos la condición de humanista cristiano de Rossellini) que ayudará finalmente a conciliar la conciencia de nuestro protagonista. Este final se ve también como una metáfora a la situación que vivía el mundo después del fin de la segunda guerra mundial. Tanto Francisco, juglar de Dios como Strombóli forman un díptico mediante el cual Rossellini trata de volver a las raíces de la religión cristiana (por eso realizó una película biográfica sobre Francisco de Asís, uno de los santos más ascetas y austeras que ha dado la historia de la religión) para ayudar a los personajes que viven una situación convulsa. La guerra mundial había marcado un antes y un después irrecuperable y ante el nihilismo de la sociedad europea, Rossellini opta por una determinada poética.

Una de las secuencias más inolvidables de la película es la pesca de atún, que Rossellini registra de una manera muy cercana al documental y tal como realizaban los auténticos pescadores del pueblo de Strombóli.

http://neokunst.wordpress.com/2014/03/14/ciclo-roberto-rossellini-stromboli-tierra-de-dios/
Kyrios
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow