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Voto de Kyrios:
3
Fantástico. Ciencia ficción. Acción El doctor Zarkov, un científico expulsado de la NASA, viaja en un cohete espacial con el joven jugador de rugby Flash Gordon y su amiga Dale Arden. Los tres intentarán salvar al planeta de la amenaza de Ming, el emperador del lejano reino Mongo, que ha lanzado una de sus lunas para que choque contra la Tierra. Adaptación al cine de un cómic de Alex Raymond. (FILMAFFINITY)
10 de noviembre de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algo de poético tiene sin duda que la enésima versión llevada a la gran pantalla de Flash Gordon (Flash Gordon, 1980) iniciara la década de los años ochenta. Simboliza en estado puro, lo penoso que iba a ser culturalmente hablando esa período. La película proviene del mundo del cómic, desde que en 1934 el artista Alex Raymond llevará a cabo el proyecto. A partir de ahí en la misma década de los años treinta se llevaron a cabo diversos seriales cinematográficos y posteriormente la franquicia cayó en declive (obviaremos la película pornográfica titulada Flesh Gordon realizada en la década de los setenta), hasta que el magnate italiano Dino de Laurentiis trató de rentabilizar la saga después de ver el éxito que había tenido George Lucas con sus películas.

Dirigida por el británico Mike Hodges, como decía, la película sigue la estela de las películas de ciencia ficción que había inaugurado George Lucas con la Saga Star Wars pocos años antes. Se acostumbra a clasificar a la película de Flash Gordon dentro del subgénero de Space Opera, que indica que a pesar de la ciencia ficción, también se incluyen otras líneas genéricas como la historia romántica y un gusto bastante clásico por las aventuras. En conclusión, Flash Gordon es una película que pretende abarcar en si misma diversas motivaciones e intereses, y en ocasiones esto la hace convertir en una noria circense.

Definida por detractores y admiradores como la clásica película: “De tan mala que es se convierte en buena”, leyenda que no se sostiene por ninguna parte. Lo cierto es que cualquier lector de los cómics originales de Flash Gordon (de pequeño servidor se tragó casi todos los números) se dará cuenta del problema principal de la película, y es que han intentado condensar en 110 minutos de metraje, multitud de eventos que sucedían en el formato original. El resultado es de desastre total. El espectador que no esté versado en las historietas difícilmente entenderá algo. Es evidente que también existe una voluntad en Mike Hodges de dejar a cuadros al espectador, apartarlo de la vía racional, pero una cosa es eso y otra lo que acaba sucediendo en Flash Gordon, en la que no hay ni un hilo narrativo continuado. De repente el espectador contempla como nuestros protagonistas son el objeto de las aventuras más extrañas posibles (el momento en que aparecen los hombres halcón es seguramente uno de los más cómicos de la historia del cine) pero sin que exista alguna razón detrás, sino que todo parece acudir a la aleatoriedad. La película parece dirigida por un niño que está mentalmente en la década de los años 30, cuando se realizaron los primeros tebeos y se encuentra con una tecnología más avanzada. El mensaje detrás de Flash Gordon no deja de ser una masturbación propia de un adolescente.

No hay ningún tipo de debate interesante detrás de la tiranía de Ming (que parece un dictador de pacotilla, por cierto interpretado por el magnífico Max Von Sydow, aunque con el maquillaje y la caracterización como emperador Ming no se le reconoce) o de la llaneza de los personajes.

La estética Pop trasnochada es sin duda alguna lo que más fama ha dado a la película. Toda Flash Gordon está envuelta de un aura Kitsch hecha voluntariamente que la convierte en un auténtico esperpento. Desde los primeros compases en que la película se ambienta supuestamente en la tierra el espectador ya empieza a sorprender atónito lo que sucede ante sus ojos. Quede como ejemplo el protagonista principal interpretado por Sam. J. Jones y su camisa con el logotipo de Flash. Entre el cine absurdo de Richard Lester y la estética Kitsch la película aúna fuerzas para desarrollar una ambientación totalmente disparatada, que se desarrolla una vez nuestro protagonista llega al planeta del emperador Ming. A partir de ahí la película cae en una vorágine de luz y de color que deslumbra a todo momento. Desde la ambientación del planeta, una mezcla entre Corea del Norte y los seriales sci-fi de los años treinta hasta la concepción de razas extraterrestres y también del propio color de la película.

La película no tiene ningún tipo de reparo en inspirarse claramente en la saga de George Lucas (por no decir plagiar) y las semejanzas son notables entre ambas películas. Desde el diseño de algunas razas alienígenas hasta algunas secuencias como la del pantano que evocan ineludiblemente a otras escenas de Star Wars. Momento antológico y que queda aparte tiene lugar en la escena final con Flash atacando la base enemiga a lomos de un monopatín cochambroso y la legión de hombres halcones a su espalda. Historia viva del cine más Kitsch.

http://neokunst.wordpress.com/2014/11/10/flash-gordon-1980/
Kyrios
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