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Voto de Kyrios:
6
Drama François Vatel es el leal y devoto maestro de ceremonias del arruinado Príncipe de Condé. El aristócrata necesita recuperar el favor del rey Luis XIV (1643-1715) y espera que éste le otorgue el mando de las tropas en una nueva guerra contra Holanda. Por ello, cuando el rey, acompañado de la corte, decide visitar a Condé en su castillo de Chantilly, éste le encarga a Vatel que organice, sin escatimar en gastos, una espectacular recepción ... [+]
8 de mayo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director Roland Joffé, que obtuvo la gloria con la película “La misión”, ganadora de la palma de oro en Cannes, volvió años más tarde a realizar una incursión histórica, pero esta vez en un escenario totalmente diferente. Pasamos del territorio virgen de Sudamérica para situarnos en la Francia Versallesca en su máximo apogeo, es decir, durante el mandato del rey Luís XIV, que ha pasado a la historia con el sobrenombre del rey sol. Vatel, el nombre que da origen a la película, se trata del personaje principal de la película.

El caso es que la película ciertamente carece de un interés puramente cinematográfico, si nos referimos al cine como la expresión decimonónica que contiene un típico planteamiento, nudo y desenlace. No busquen una película con una historia convencional porque no la encontrarán y realmente el valor de Vatel se halla fuera de estas fronteras más normativas. Realmente el conseguido éxito de la película lo encontramos en la manera como documenta de una manera brillante todo lo que acontece en la corte, durante tres días de lujosas fiestas en el palacio de Chantilly. El lujo y el esplendor de la corte de Luís XIV hacen muestra de sus mejores galas para embellecer la fiesta y por ende la película. Si los tres días se trataban de un compendio del dispendio más absoluto, en el que se abusaba de todo tipo de comidas, placeres y lujos, la película no hace ascos en demostrar semejante desmadre con gran cantidad de detalles. Desde las enormes comidas palaciegas y el (supuesto) refinado gusto culinario de la corte (alerta, la película ha de verse con el estomago lleno, pues la cantidad de manjares que aparecen por la película pueden abrir el apetito a más de uno) hasta los fuegos de artificios más solemnes que uno pueda ver.

Por otra parte hay que hacer especial mención a toda las escenas teatrales realizadas únicamente para el evento y que por este motivo desgraciadamente hemos perdido. Hemos de recordar que, no sólo Luis XIV y su corte utilizaba este tipo de arquitecturas cartón piedra (pese a que este término es moderno) de carácter efímero, sino que tenemos constancia por documentos y grabados que este tipo de arte, tan valioso como perdido en su mayoría, era algo muy corriente en este tipo de festejos, ya en nuestros gobernantes Austrias podemos encontrar documentación que lo atestigua este tipo de eventos. Y en esto Joffé es un excelente maestro, porque aparte de una recreación perfecta, que consigue captar perfectamente la artificialidad de estos decorados y exóticos resultados (recordemos que una de las funciones principales era la de tratar de deslumbrar al rey) llega involucrar al espectador que consigue sentirse uno más en la corte del rey.

Por otra parte también Joffé satiriza los gustos desmesurados de la corte. De hecho la película gozaría del aprobado de Robespierre o cualquier revolucionario, pues Joffé ataca a todos los participantes nobles de la fiesta, definiéndoles como unos seres ávidos de placer que apenas gozan de ideas propias. Por momentos parecen más muñecos que cortesanos. Además Joffé simpatiza con los trabajadores que dejan su piel (uno de ellos además literalmente) por satisfacer esta clase que se impone ante ellos. Una intencionalidad que queda clara por parte del director. Vatel además se trata de uno de estos protagonistas, que pese a no vivir mal, se encara en diversas ocasiones contra este alto estamento, incluso con el propio rey.

De todas maneras el director no consigue dotar de vida a sus protagonistas principales. La historia de amor no es que no pegue en absoluto con la película, sino que se trata de un añadido (que incluso parece a posteriori de la historia) que desajusta totalmente los propósitos de la película. Es una auténtica lástima ver a los protagonistas suspirar unas frases que no llegan a crear verosimilitud en ningún momento. Vamos, que más que curioso resulta un tanto ridículo ver flirtear a Uma Thurman con Gérard Depardieu, cuando para más inri no se han dado pistas al espectador para que pueda creerse la relación amorosa que se establece entre ambos.

La música, que intenta interpretar los momentos palaciegos y festivos, curiosamente no está sacada de de la época, sino que fue encargada a Ennio Morricone, el mítico compositor de las películas de Westerns. Pese a tratarse de un trabajo notable, se queda un poco corto en comparación con otros espectaculares trabajos del italiano, seguramente se debió sentir encorsetado trabajando para unas pautas (la de definir este tipo de música cortesana del siglo de Luís XIV) que no eran las suyas.

Como pequeña anécdota, Vatel realmente llegó a existir, aunque los motivos de su muerte se transgiversan totalmente en la película. Mientras que aquí se cambia todo el argumento en pos de una historia de supuesto amor que lleva al suicidio a nuestro cocinero, en realidad Vatel consumó este acto trágico porque el cargamento de pescado que había solicitado no llegaba y temía la airada respuesta del rey. Una anécdota que más que curiosa, suena a macabra.

http://neokunst.wordpress.com/2013/05/08/cine-y-artistas-vatel/
Kyrios
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