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Voto de Kyrios:
4
Terror. Fantástico Cuando el despiadado asesino en masa Horace Pinker es electrocutado por sus horribles crímenes, un pacto con el diablo le transforma en algo incluso más aterrador, un demonio sobrecargado capaz de poseer el cuerpo y la mente de los demás... y está decidido a seguir con su escalada de violencia. (FILMAFFINITY)
23 de junio de 2016
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Shocker: No More Mr. Nice Guy (Shocker 100.000 voltios de terror, 1989) se trata de una curiosa película de terror dirigida por el maestro del horror, Wes Craven, que trata de relatarnos la historia de una lucha mortal entre dos personajes, un joven adolescente y un psicópata venido de ultra tumba. A pesar de que se trata de una película resultona, en el momento de su estreno no consiguió despertar el interés del público, y no fue hasta tiempos más actuales en los que la película ha conseguido el estatus de película de (semi) culto.

El argumento, es un poco enrevesado si lo comparamos con otros filmes de terror. Nuestro protagonista, interpretado por Peter Berg, es un adolescente típico, cuya pasión es el rugby. Sin embargo, en un entrenamiento se golpea fuertemente la cabeza, y ojo con esto, adquiere una conexión (sin que sepamos porque) con un asesino en serie, Horace Pinker (interpretado estupendamente por Mitch Pileggi). Nuestro joven es capaz de adivinar los futuros crímenes del asesino, y a partir de ahí despega toda la trama…

No nos encontramos ante una mala película, pero el problema es que a Wes Craven se le ven las intenciones a leguas. Porque Shocker, 100.000 voltios de Terror, no deja de ser un intento de emular de manera descarada lo que el propio cineasta había conseguido años antes, con el estreno de A Nightmare on Elm Street (Pesadilla en Elm Street, 1984). Y es que los paralelismos entre el mítico Krueger y Horace Pinker, son más que evidentes. El personaje que interpreta Mitch Pileggi, de Shocker es prácticamente un calco, que Craven perfila al igual que Krueger como un asesino en serie icónico, que continuamente intercala toques cómicos en sus frases. Sin embargo, todo el filme huele a un deja vú continuo (por ejemplo, hay algunas partes en las que al igual que con Krueger, la película juega mezclando la fantasía con la realidad), y el guión no consigue llegar al nivel de las mejores películas de Craven.

Al igual que en Pesadilla en Elm Street, el cineasta añade numerosas notas de humor, que aligeran la película y que si bien pueden resultar chocantes para cierto tipo de público, a la mayoría de aficionados al terror les encantará. Es cierto que buscar lecturas sobre la complejidad de algunas secuencias es un tanto absurdo (algunos han visto una crítica a la televisión en el tramo final, algo que me parece una exageración interpretativa), pero algunas son realmente delirantes, caso de los últimos diez minutos, donde Craven pierde el oremus y nos presenta una lucha entre los dos personajes principales por diferentes canales de televisión, en un absurdo que no requiere lógica, sino todo lo contrario.

Lo que está claro es que a diferencia de otros filmes de terror de la década, Shocker, 100.000 voltios de terror es un filme original. Quizá eso fue una de las cosas que produjo su olvido, inmerecido por otra parte. Podríamos calificar la película como un Slasher, pero hay ciertas diferencias que nos deberían inducir a pensar que hemos de tener cuidado con esta etiqueta. Para empezar, la estructura del filme, la cual es realmente extraña, pues la introducción se alarga prácticamente una hora, y lo que en teoría es el nudo (por lo menos, así es como apareció publicitado en su momento) empieza bastante tarde. Por otra parte, el personaje “bueno” del filme, no es una Final Girl, como es lo habitual en él subgénero, sino que nos encontramos ante un personaje protagonista masculino (aunque sí es un adolescente). Además, el Body Count no aparece definido con precisión, en cuanto no hay un grupo de personajes secundarios a los que Horace Pinker va eliminando uno a uno (aunque si hay momentos de escabechina entre secundarios). Parece como si Craven hubiera tratado en su momento de redefinir las reglas del género, pero no acabara de rematar en su intento.

La película tiene sus momentos y la mano de Craven se puede notar en algunas secuencias, por ejemplo, en la presentación del filme, que ya delata las intenciones “cañeras” del filme. De hecho, la banda sonora de la película es una parte fundamental de la pieza, y le da una esencia singular, con numerosos temas de metal que por parte de Craven pretenden servir a la creación de un malvado, totalmente reconocible (y para ello, añadirle un género de música en concreto, muy en boga a finales de los años ochenta, parecía lo más adecuado).

En definitiva, Schoker, 100.000 Voltios de terror no es un mal filme, pero se queda a medio gas y es evidente que Wes Craven falló en su objetivo principal, que era el de crear un icono del terror que se pudiera comparar con la que hasta entonces era una de sus mejores creaciones, como Freddy Krueger.

https://neokunst.wordpress.com/2016/06/23/shocker-100-000-voltios-de-terror-1989/
Kyrios
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