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Voto de Kyrios:
7
Bélico. Acción. Drama En un campo de prisioneros checheno, un grupo de secuestrados es obligado a realizar trabajos forzosos. La comunidad internacional se escuda en la política de no ceder ante los terroristas y obstaculiza la posibilidad de pago de un rescate. La solución para traerlos de nuevo a casa pasa, pues, por infiltrarse en la zona de guerra, idea compleja y más que peligrosa. El conflicto armado entre Rusia y Chechenia como escenario para un film ... [+]
28 de julio de 2017
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Segunda Guerra Chechena (que tuvo su inicio en el año 1999) ha dado películas más que interesantes en la filmografía rusa (totalmente ignoradas en el resto de Europa) y sin duda una de ellas es la que firma Balabanov, Война (Guerra, 2002). La película rodada precisamente en un momento de la guerra terriblemente álgido, con lo que podemos decir que la película narra momentos totalmente coetáneos. No en vano, en los carteles publicitarios de la película se podía leer el siguiente slogan : “Esto no es Brat 2, esto es la guerra”. Directo y al grano (Balabanov fue el director de la dupla Brat).

El argumento de la película es sencillo: Un soldado ruso, interpretado por Aleksey Chadov (quien realizó su primera interpretación como profesional en esta película) nos cuenta a manera de flashback las peripecias que le han sucedido. Raptado por unos bandidos cechenos en mitad del conflicto bélico, se encuentra con una pareja británica, interpretado por Ian Kelly y Ingeborga Dapkunaite , que han sido también secuestrados. Posteriormente los dos hombres serán liberados (el británico a cambio de que consiga el dinero para rescatar a su mujer) y el personaje que interpreta Ian Kelly buscará de nuevo a su mujer de todas las maneras posibles. La película tuvo su origen en unos noticiarios que el propio Balabanov miró por la televisión en el 1998. Ese inicio naturalista de puede comprobar también, tanto en los escenarios donde se rodó la película (algunos en la propia Chechenia) como en el reparto, en el que se incluyen actores chechenos. De hecho, el agujero donde se encierra a los protagonistas es real, y muchos de los actores se negaron en un primer momento a rodar en semejantes condiciones. Todo en búsqueda de un mayor realismo.

Como siempre, la mirada de Balabanov no deja títere con cabeza, y no nos presenta a buenos y a malos (aunque podríamos debatir sobre si el modo de vida que nos presenta de los chechenos es “menos civilizado”-aunque ajustado a la realidad de todos modos) sino que como le espeta al periodista inglés, el protagonista principal, curtido después de dos años de servicio militar, en la guerra hay que disparar primero antes de que te disparen a ti. Una regla tan cruel como obvia para las propias reglas que nos presenta el filme. La película puede resumirse básicamente en la máxima anteriormente comentada, la supervivencia se paga cara en la película, que nos presenta escenas crueles de una forma tan naturalista como la vida misma que se desarrolla apaciblemente en la aldea donde son confinados los protagonistas.

El toque Balabanov también se nota evidentemente en la factura de la película y en la puesta en escena. Como ya sucedía en una de las obras más icónicas del cineasta, como es Брат (Brat, 1998) donde el cineasta nos presentaba una Moscú decadente utilizando escenas de transición con música rock (que evidentemente tienen elemento simbólico). Esta música, instrumental la mayoría de ocasiones, nos simboliza por si sola la propia deshumanización que sufren tanto los protagonistas como los lugares por donde transcurren (la llegada del soldado después de la Guerra). Por otra parte, las secuencias de acción (que se concentran en la segunda mitad del filme) están bien rodadas, y saben mostrar la tensión de la guerra, que puede tener un desenlace fatal en cualquier momento. Pàra ello Balabanov no opta por grandes travellings ni complicadas tomas, pero tampoco muestra una carencia de medios. Sabe colocar la cámara para que la acción sea clara y seamos testigos de lo que está sucediendo en todo momento.

Si hay que poner un pero sería en el personaje de Sergey Bodrov Jr. (uno de los actores más míticos de la Rusia contemporánea, puede que en parte por su extraña muerte). No sólo porque la interpretación del actor es inusualmente mala (no se sabe si por el tono paródico que intenta imprimir o porque simplemente parece encontrarse totalmente descolocado en el papel) sino también porque no aporta demasiado en la trama, más allá de un cameo que le da más “caché” a la cinta.
Kyrios
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