A mí El viaje de Carol me ha encantado, me lo he pasado genial viendo esta historia dentro de otra historia...la guerra civil española. Nos puede venir a la mente el Laberinto del Fauno, pero con mucho menos fantasía y más real. Eso sí, real la historia, porque el personaje de Carol...vaya tela señores.

¿ Ficción o realidad? Juzguen ustedes mismos, hay para todo. Me encantan esas historias de pueblo donde uno opta por marcharse y regresa con el paso de los años, sitios cambiados, caras más viejas, amistades por recuperar y amores perdidos. El motivo es bastante creíble, la abuela de Carol ha muerto recientemente y su madre está en las últimas de una enfermedad muy grave que está a punto de reunirlas juntas. Aquí comienzan a aparecer una serie de personajes desconocidos para ella. Un abuelo que se deja manejar como un telele, demostrando en toda la película, que ni se moja con los asuntos importantes, ni le sabe llevar la contraria a una mocosa caprichosa. Unos tíos con una historia de amor lo más rocambolesca posible, unos primos a los cuales no conoce y unos amigos del pueblo cuyo mayor placer es matar pájaros. Si a esto le añadimos las gotas de la incertidumbre entre ambos bandos durante la guerra civil, a un padre que es piloto de aviación de los Estados Unidos y que ella tiene que pagar a un tipo para hacerle llegar las cartas a su padre, tenemos montada lo principal de esta película. El protagonismo principal es de los niños, en especial de Clara Lago, ella chupa toda la pantalla posible, y tiene un papel determinante en casi todo lo que pasa. Es increíble todo lo que vive esta niña en pocas semanas. Juan José Ballesta está sobresaliente, lo natural que es este actor, un don innato. Se agradece ver a Rosa María Sardá de nuevo trabajando para el cine. Alvaro de Luna está muy light en esta ocasión, esperaba un personaje más rudo en el papel del abuelo que tiene que mediar entre dos mundos diferentes, nada un gatito en lugar de un tigre.

En fin, una película para disfrutar pero sin ser muy exigentes.