Llevaba toda mi vida escuchando acerca de una de las joyas del género del western y no se porque razón me resistía a verla. La tenía por ahí, pero nada, que no me metía en materia. Hoy por fin lo he hecho y me arrepiento de no hacerlo mucho antes.

El señor Ford nos enseña como hacer una película con todo, sin un gran presupuesto y sin efectos especiales, a base de una buena historia perfectamente contada.

Como nexo de unión un carruaje llamada La Diligencia, donde se van sumando diferentes personajes, su dueño el cual es más miedoso que Scooby, un alguacil con una misión de entrega de un recluso, una prostituta expulsada de pueblo, una embarazada en busca de su marido militar, un doctor amante de la bebida, un representante de bebidas alcohólicas, un banquero que encajaría perfectamente en nuestra era, el cuidador de la embarazada y el recluso. De forma magistral Ford a través de ese viaje tan peligroso a través de un territorio amenazado por el indio Gerónimo y sus hombres nos irá desvelando más cosas acerca de cada personajes, al cual más interesante. Con muchos momentos cómicos y otros muchos muy tensos, a medida que se van acercando a su destino.

John Wayne-John Ford o John Ford-John Wayne, daría para muchas otras uniones a lo largo de la carrera de ambos. Aquí nos encontraremos a un joven y no tan famoso actor que da vida al recluso y cumple con creces. Pero ojo a la genial interpretación galardonada con un oscar del médico borracho Thomas Mitchell, impresionante. Al igual que las escenas del ataque de los indios, la posición de las cámaras, las acrobacias de los especialistas, la coordinación de los actores que ejercen de indios, todo muy bien cuidado de cara al espectador, especial atención a la cámara apostado en el suelo mientras los caballos pasan sobre ella.

De lo mejor de la época, seguro que la veré mucho más a menudo.