Soy un gran admirador del cine de Billy Wilder, donde trabajó mucho con la pareja protagonista de esta cinta, Lemmon y Matthau. Pero tengo que ser honesto conmigo mismo y reconocer que esta película no llega ni a la media de sus grandes obras maestras.

Vale que salen ambos actores, muy comediantes a lo largo de su extensa carrera, pero el papel es llevado a la exageración en cuanto a su enfrentamiento continuo, no cuaja la verdad. Cierto que hay películas anteriores donde no se tragan igualmente, pero no llegamos a lo ridículo de la historia, ojo, que no de los personajes. Tampoco ayudan mucho los secundarios, que aparte del abuelete y sus comentarios sexuales, los demá pasan con más pena que gloria y parecen metidos con calzador para elaborar una historia ya de por si poco atractiva. Vale que a uno le alegran la vista tanto Ann-Margret como Daryl Hannah, pero esto no es todo. La trama en verdad me daba la impresión de que iba a ofrecer algo más, pero es muy lenta y previsible. Hay que destacar que tiene sus excelentes momentos cómicos, trágicos y sentimentales. Pero a groso modo no llega a dar la talla para clasificarla de gran comedia.

Es curioso cuando uno ha seguido la trayectoria de ambos actores, el gran feeling que existía entre ellos, ya no solo los unía una excelente amistad, sino una profesión en común. Walter Matthau muere en el año 2000 y esto crea un vacío difícil de llenar en la vida de su amigo Jack Lemmon el cual muere un año después. Como curiosidad mencionar que sus tumbas están muy cerca una de la otra y a su vez de la del gran Billy Wilder.